La vergüenza
Para los mortales ha sido difícil explicarnos emociones y sentimientos, es complicado discernirlos y aislarlos, quizás por eso los griegos los tornaron dioses, fuerzas externas que se apoderan de nosotros. Resultaba más sencillo ver a la esperanza y al miedo como «demonios peligrosos», o culpar a Eros de « poder que inclina al mal a la mente justa, para su destrucción». Materializar nuestros afectos, sentimientos e inclinaciones quizás permite que nos perdonemos más fácilmente sin contar que tal vez nuestra mente es un Olimpo en el que danzan y respingan todas esas deidades emocionales. Una vieja pregunta entre mitólogos muy parecida a la típica de creyentes sobre la existencia de Dios era y ¿por qué los griegos no subían al Monte Olimpo para verificar que nadie andaba por ahí? Las respuestas son varias, la primera es la anulación de la duda a partir del hibris, es decir la arrogancia es pecaminosa y eso lo muestra la Ilíada con la historia de Belerofonte que intentó, volando en su Pegaso, llegar a la cima del monte sagrado. Zeus castigó la arrogancia con uno de sus rayos, Belerofonte cayó en un arbusto espinoso, sus espinas le dañaron los ojos cegándolo por su arrogancia. En lo personal me gusta pensar que el dichoso Monte es una representación del yo con Zeus y su hija Atenea a la cabeza buscando armonizar los sentimientos que se expresan en cada uno de los dioses, Aquiles es la cólera, por supuesto y Eris envidiosa va lanzando sus manzanas envenenadas; Eros fue primero porque es deseo y pasión, por detrás le sigue su hermano Antero un amor de amistad; Ate es vengativa a cual más y sólo con plegarias se sosiega su maldad; Dionisio rey del vino es euforia pura y Hera es celosa compulsiva. Ares la violencia se apersona en toda guerra ya sea doméstica o intergaláctica. Afrodita es amor y placer sensual, mientras su sobrino nieto Apolo es placer estético. Demeter se viste de dolor por la pérdida de su hija Perséfone que vive confundida entre un marido posesivo y una madre tan sufrida.
Hablemos hoy de Aidos la vergüenza, la modestia, el respeto y la humildad, que es al mismo tiempo el sentimiento de la dignidad. Como se puede ver la pobre chica es complicada y oscila de un lado al otro del espectro emocional. Para unos es hija de Prometeo y hermana de Diké (justicia) y Némesis (de quien hablaremos después. Como cualidad, Aidos es sentimiento de vergüenza que impide que los hombres hagan el mal, aleja a los hombres del error y proveé de compasión ante los desvalidos. Mientras que Némesis es la justa indignación despertada por la visión de hombres malvados recibiendo fortuna inmerecida.
En Homero aidós designa el sentimiento de respeto frente a un dios o a un superior, pero también el sentimiento de respeto humano que impide (interdit) al hombre la bajeza (lâcheté). Además –siempre en Homero, según Chantraine- aidós significa el sentimiento del honor y el temor de la censura o reprobación (blâme) de los otros; en ocasiones, la malvada vergüenza del pobre… Todos los significados de aidós y palabras conexas aluden a un ocultamiento necesario. Algo debe quedar retenido, no mostrarse a la luz del día, para que impere lo bello.
Una sociedad regulada por la aidós tiene por valor supremo la belleza. Me inclino a pensar con Spinoza que la excesiva vergüenza. “Es una tristeza acompañada por la idea de alguna acción que imaginamos que los demás vituperan”. Es egocéntrica pues al sentirse protagonista de las miradas se manifiesta en rubor. La vergüenza acusa a quien a cometido un acto reprobable pero el pudor juicioso podría impirlo. La virtud alegre se alínea con la honra de ser y parecer.
Aidos se oculta y debe ser encontrada, es la última diosa, la última verdad en abandonar la tierra tras la calamidad.
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