top of page
Autora: Regina Freyman

Si yo fuera Melania Trump

Ante la turbulencia causada por el nuevo presidente de los Estados Unidos, yo tengo una reflexión trivial cada vez que veo al mandatario junto a su bella esposa: ¿qué tal sí yo fuera Melania?


Los cuentos a Melania



Desde luego no se puede negar su belleza y que está casada con el hombre más poderoso del mundo, que puede vestir como una reina y que seguro no hay deseo económico que no pase por su mente que no sea saciado en segundos. Pero luego pienso en estar parada frente a ese personaje que, al menos a mí, me resulta repugnante; siquiera pensar en tener sexo con él me espanta por nauseabundo. Qué pensará de su discurso desatinado, de su bronceado hiperbólico color mole poblano; qué sentirá al oírlo gritar que EU es víctima de los mexicanos. Cómo disimulará sus chistes misóginos cuando, parada como una Barbie de gala, calla y sonríe, cuando escucha comentarios casi incestuosos de Donald hacia su Ivanka, hija e hijastra respectivamente.

Debo admitir que Trump a mí me encontraría cincuentona y regordeta ¡además de mexicana! Pero ese no es el punto, mi pensamiento se enfoca en pensar lo difícil que debe ser relacionarse en pleno siglo XXI con un personaje anacrónico, autoritario, racista y para colmo misógino. En breve se conmemora el Día Internacional de la Mujer y aunque odio festejar esos eventos, me parece interesante ver que el mundo se ha vuelto loco, pues no era fácil pensar que el hombre más poderoso del mundo representara aquellos valores que pensamos agotados.

Una se atormenta con este tema al ser, innegablemente, representante de este género que tanto ha luchado en lo individual y en lo colectivo por ser validado; es frecuente la crítica a la mujer musulmana o a prácticas orientales, sin embargo, la respuesta es compleja porque se trata de visiones religiosas, de una educación que quizás no comprendemos y que medimos con los catalejos de occidente, pero qué pasa con este estereotipo de la mujer “moderna” que se subordina a un personaje como éste. A mí el caso de Melania me horroriza, se me objetará que tal vez la mujer está enamorada, esa droga que todo lo perdona y todo lo embellece; pensar así me resulta improbable, sospecho que Melania paga el alto precio de sus lujos porque un hombre que se expresa misóginamente en lo público, no puede ser distinto en lo privado. También se podría argumentar que existen mujeres a quienes el poder seduce, pero Donald Trump representa el poder de un niño caprichoso, del macho iracundo y prepotente.



Basta analizar el discurso del Presidente estadounidense para descubrir la artimaña del victimismo, ciertamente el poder que ostenta un hombre maduro no se expresa en estos términos, a menos que se juegue el rol de niño resentido. Sabemos que el personaje de la víctima adquiere legendariamente la empatía del auditorio, pero la sinrazón se expresa en la agresividad y el absurdo de las sentencias: “Estados Unidos engañado y abusado por México”, “Madres estadounidenses atrapadas en la pobreza, estudiantes marginados del conocimiento”, “Hombres y mujeres olvidados del mundo”. La narrativa de un Estados Unidos enfrentado a la hostilidad mundial, es una estrategia que justifica políticas de exclusión y tiranía. Los acérrimos enemigos de la poderosa nación son: la gente de Obama, los musulmanes, los mexicanos, los chinos, los medios y desde luego, toda mujer que no caiga seducida ante su persona ¿Qué cuentos le estará contando a la dulce Melania?


Jane sí sabe contar

Muy diferentes son las mujeres capaces de arriesgarse en nombre de aquello que les parece justo. Tal es el caso de la exfiscal general Sally Yates, quien fue despedida por negarse a actuar sobre la orden ejecutiva del presidente Donald Trump contra la entrada de refugiados e inmigrantes. Su audaz postura fue un recordatorio de que las mujeres (ciertas mujeres, agregaría) estamos liderando la resistencia.

Por otra parte, otra muy hermosa mujer, la casi octogenaria Jane Fonda, encabezó la marcha de las mujeres. Setenta mil personas salieron con un sombrero rosa, metáfora de la vagina femenina, a pronunciarse contra Trump por su reprobable actitud contra la mujer. A sus 79 años, Jane es una incansable activista que se ganó el nombre de “Hanoi Jane” en los setentas por la denuncia de los soldados americanos como criminales de guerra en la Guerra de Vietnam.



Jane nos invita a mirar el importante papel de la mujer en la pantalla, en las calles; desafía al tiempo y a la injusticia, nos ayuda a percibir la edad ya no como una patología, sino como un potencial de belleza y sabiduría. Tomo sus palabras en torno a la situación de la mujer:

Las mujeres, todas comenzamos íntegras, de niñas, somos combativas. Somos los sujetos de nuestras propias vidas. Pero muy a menudo, con la llegada la pubertad, empezamos a preocuparnos por integrarnos y ser populares. Nos convertimos en sujetos y objetos de la vida de otras personas…Lo que determina la calidad de vida es cómo nos relacionamos con la realidad, qué significado les damos, qué tipo de actitud adoptamos frente a ellas, qué estado de ánimo nos permitimos activar.


Mis amigas las mujeres

La Escuela Médica de Harvard por fin demostró que las mujeres al reunirse socialmente, entre amigas íntimas, tenemos menos probabilidad de desarrollar deficiencias físicas al envejecer, y somos mucho más vitales, entusiastas y longevas. Lo contrario, no tener amigos, es devastador para la salud, tanto como fumar o tener sobrepeso. Por otra parte, nos dicen los expertos que cuando las mujeres nos estresamos, nuestros cuerpos liberan oxitocina, hormona de bienestar que calma y reduce el estrés. La oxitocina también es considerada la hormona de la paz. Lamentablemente, los hombres, debido a la alta segregación de testosterona, disminuyen los efectos benéficos y pacíficos de la oxitocina. Un estudio histórico de Laura Klein y Shelley Taylor en este mismo sentido, descubrió que las mujeres reaccionan al estrés de manera diferente que los hombres. Cuando los hombres y las mujeres están estresados, las hormonas cortisol y epinefrina son liberadas juntas, lo que eleva la presión arterial de una persona y el nivel de azúcar en la sangre, la oxitocina también se produce para contrarresta la producción de cortisol y epinefrina y produce una sensación de calma, reduce el miedo y contrarresta algunos de los efectos negativos del estrés. Los hombres liberan cantidades mucho menos oxitocina que las mujeres, Taylor sostiene que éstas últimas, están genéticamente predispuestas para la amistad en gran parte debido a la oxitocina combinada con las hormonas reproductivas femeninas.


¿Mujeres que corren con lobos o con locos?

Es importante considerar que los hombres nacen tan sociales y empáticos como las mujeres. Lamentablemente la cultura patriarcal, fomentada por ambos sexos orienta a los niños a inhibir su parte emocional y a no mostrar su fragilidad. Un estudio longitudinal australiano sobre el envejecimiento observó a casi mil quinientas personas de la tercera edad (tanto hombres como mujeres) durante una década, encontraron que tener buenos amigos aumenta la longevidad, las personas con mayor número de amigos íntimos sobrevivieron 22% más que quienes tenían menos.

La igualdad de género, es hoy un factor fundamental para tener una sociedad pacífica y emocionalmente inteligente. La mujer es hoy decisiva para educar y contagiar a toda nuestra especie a ser más pacíficos y empáticos. Es muy fácil juzgar a la mujer de Trump, aludiendo a un chiste que me contaron ayer, podemos argumentar que hay trabajos en nuestro vecino del norte que sólo lo aceptan los emigrantes; lo cierto es que valdría preguntarnos qué tanto de esa ucraniana está presente en la mujer contemporánea que sacrifica la igualdad al cómodo mecenazgo que compra sus caprichos, pero anula sus derechos.



Referencias:

http://www.health.harvard.edu/newsletter_article/the-health-benefits-of-strong-relationships

http://www.huffingtonpost.com/randy-kamen-gredinger-edd/female-friendship_b_2193062.html

4 visualizaciones0 comentarios
bottom of page