La imaginación aumenta los valores de la realidad Gastón Bachelard
Como mexicanos nos quejamos constantemente de nuestro rezago, hemos dejado de pensar en nuestro territorio como el hogar seguro, el ambiente colorido que se detonaba con el puro cántico del himno nacional. La respuesta más contundente al margen de culpar a los políticos es acusar a nuestra falta de educación. Y sí es ella la que debe cambiar, pero uno se educa en algún sitio; es la interacción con los ambientes la que nos forma como el viento o el mar labra los acantilados.
Cuánto y cómo aprendemos del espacio que nos rodea es algo que sucede pero en lo que no siempre reflexionamos. Baste pensar que desde que nos gestaron en un espacio cálido condicionó una postura y quizás la búsqueda permanente de un especie de nido que nos resguarde; cuando somos muy niños lo buscamos como escondite, un armario, bajo la cama, extrañamos aquel recipiente que nos contuvo. El espacio nos invita a explorar, nos asusta su oscuridad o nos inspira su luz, las paredes nos hablan de fronteras para la vista o para el movimiento.
Los lugares nos contienen, aprehendemos el mundo por que lo habitamos, somos y estamos. Nos construimos a cada paso, en la ruta que trazamos con el entorno. Cuando era niña no me gustaba la escuela, es penoso pero era común; se trataba de un paraje inhóspito y rígido donde me imponían callar y no moverme. Sin embargo, elegí la escuela para quedarme. Hoy la connotación ha cambiado y me recuerda el escondite detrás del librero en la biblioteca de mi padre, un sitio angosto por el que recorría laberintos de palabras, me escapaba en geografías gramaticales y fantásticas, construía las propias en mis juegos con mis hermanos, siempre desde la base del escondite que nos alejaba de los adultos y sus reglas. La imaginación hace de un clóset un barco en alta mar y de una cama una pista de circo. Los escritores lo saben y construyen con palabras lugares memorables a partir de sonidos.
Todos conocemos El país de las Maravillas o La Escuela de Hogwarts; Ítalo Calvino puso en voz de su Marco Polo las Ciudades invisibles y con ellas nos dijo entre mil cosas, enormes verdades. Una de ellas es que nuestra historia toda se reconstruye a partir de un sitio y un momento en la memoria. El crítico literario Mijaíl Bajtin inventó un concepto para los lugares literarios: Cronotopo, un tiempo y espacio que anidan en la imaginación.
Aprender a habitar el espacio nos enseña a habitar el propio ser, en su Poética del espacio el crítico y poeta Gastón Bachelard nos dice que miramos el mundo mediante metáforas, imágenes poéticas plenas de sentido. La palabra griega poieses significa crear, convertir los pensamientos en materia. Nos recuerda que la topofilia es el afecto que concilia con esos lugares donde una escena grata nos llevó a vivir un momento pleno de sentido. Por ello un evento desagradable o amable se cifra en un aroma o en una tonada y vuelve a nosotros si el ambiente así lo convoca.
La historia de los espacios es la historia del hombre, una narrativa variada cuyos límites no serán definidos nunca del todo, puesto que se expande o contrae en la medida de nuestras necesidades. El espacio se definía hasta hace muy poco por sus fronteras hoy difusas pues escapan por una pantalla a todo el orbe. Históricamente, el primer gran cambio fue la separación de los espacios públicos y privados. Trabajar o estudiar en casa antes significaba abrir lo privado al público, hoy la mediación hace posible el resguardo de la intimidad e incluso se puede optar por el anonimato. Hoy el ambiente escolar puede ser de tres tipos: áulico, real y virtual.
Por fortuna luchamos para que la escuela deje de ser el territorio rígido y se vuelva un observatorio, un taller de artistas. Como maestros somos alquimistas que colaboramos con un grupo para hacer del espacio un ambiente de aprendizaje que, para serlo, requiere antes que nada de la imaginación.
¿Cómo prever sin imaginar? Antes que implementar una técnica didáctica, previo a un proyecto determinado, la mente seduce para despertar del automatismo cotidiano, buscamos que la función de lo real se funda con la de lo irreal para crear algo nuevo. Seducir e inquietar los pensamientos para crear.
La ONU proclamó en 1989 que los cuatro propósitos de la educación son: aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a ser y aprender a convivir. La educación debe orientarse a anticipar el futuro que deseamos para nuestra sociedad.
Sabemos que los dos últimos propósitos son los más útiles en la consecución de una vida óptima y por ello cualquier educador (léase profesor de cualquier nivel, padre o ciudadano) que ame su labor persigue que estos dos propósitos se cumplan de forma cotidiana. La educación contemporánea tiene tres pilares fundamentales: pedagogía, tecnología y uso del espacio; y toda atmósfera creativa o espacios de aprendizaje presuponen tres elementos básicos: el psicosocial, el didáctico y físico. Construir una atmósfera creativa presupone que varios procesos se pongan en acción:
1.Hoy se nos habla de actividades principalmente lúdicas ¿Por qué? Porque es el juego y su capacidad para recrear una atmósfera, un estado de ánimo el mejor modo de generar una buena actitud. En nuestra búsqueda de sentido hemos pasado de la obligación impuesta a la búsqueda de sentido autogestiva, el juego establece ese buen propósito.
1.Hoy se nos habla de actividades principalmente lúdicas ¿Por qué? Porque es el juego y su capacidad para recrear una atmósfera, un estado de ánimo el mejor modo de generar una buena actitud. En nuestra búsqueda de sentido hemos pasado de la obligación impuesta a la búsqueda de sentido autogestiva, el juego establece ese buen propósito. 2. Priorizar las necesidades y posibilidades del sujeto en su proceso de aprendizaje o en su desempeño laboral. Se trata de comprender y desarrollar el talento y comprender las limitaciones de una persona. 3. El educador debe ser un facilitador-mediador que genere una atmósfera de respeto y confianza tanto a los individualidad como a los grupo. Lamentablemente hemos hecho de la desconfianza nuestra moneda corriente y generar de nuevo ambientes de confianza es, en mi opinión el punto más complicado. Sin embargo la confianza es un bálsamo que mejora todos los procesos y vale la pena tomar el riesgo, favoreciendo la autodisciplina y la responsabilidad 4. Que se fomente la idea de la inteligencia creativa compartida que exige una connotación espacial, energética, sinérgica y ergonómica, donde el todo sea más que la suma de las partes y se ennoblezca el trabajo colaborativo. 5. Que se propicien espacios de creación que incluyan múltiples lenguajes: plástico, gestual, corporal, grafico, musical, oral, escrito, simbólico, con sus diversas posibilidades expresivas a través de la sinergia y resonancia social e individual y grupal. 6. Que se genere un ámbito de desafío “donde existan muchas preguntas a investigar y pocas respuestas a contestar”. 7. Donde entendamos de una vez por todas que sentir y pensar son la dualidad que integra la mente brillante. 8. Dónde el error se conciba como parte necesaria del proceso, fuente de cuestionamientos y de inspiración, así́ como una herramienta productiva que genera crecimiento al servicio de un aprendizaje significativo. ¿Cómo construimos ideas abstractas como justicia, matemáticas, o viaje en el tiempo? Las representaciones mentales son probablemente el resultado de experiencias físicas que subyacen en la mente, que utilizan los dominios del espacio y el tiempo como cimientes. La gente a menudo habla de tiempo utilizando lenguaje espacial (por ejemplo, unas largas vacaciones, un pequeño concierto ). Hay evidencias de que la relación metafórica entre el espacio y el tiempo observado en el lenguaje, también existe en nuestras representaciones más básicas de la distancia y la duración. Nuestras representaciones mentales de las cosas que no podremos ver o tocar se pueden construir, en parte, gracias a las representaciones de las experiencias físicas de la percepción y la acción motriz. Podemos percibir el espacio pero sólo imaginar al tiempo. Vivo en el Estado de México, concretamente en la ciudad de Toluca, un municipio que se llama a sí mismo Educador, desde luego que la aspiración de todo lugar digno es el pretender ser un espacio educador porque el aprendizaje es la condición permanente del hombre hasta su muerte, pero aprender no siempre supone lo bueno. En lo personal me preocupa que en mi ciudad, estado y país se aprenda a ser ventajoso, es decir a aprovecharse de los demás. Esta condición se ve reflejada en una frase que conozco desde niña y que sobrevive “El que no tranza no avanza”; en no pensar que la amabilidad y la civilidad son la forma de generar el principio que regule cualquier ambiente donde el ser asuma su lugar y se sienta seguro. Construir un ambiente creativo o de aprendizaje supone un enfoque integral que busca vincular a todos los sectores en el entendido de que todo individuo tiene potencialmente las virtudes necesarias para la interacción dinámica y productiva que genera mejores lugares para vivir. Por otro lado en un ambiente se suscita un clima que no es más que la interacción productiva y la comunicación amable entre las personas que integran la comunidad.
Robert Marzano en su obra “Las cinco dimensiones del aprendizaje”; nos dice que todo ambiente de aprendizaje debe integrarse por: Un espacios para la interacción. Un espacios de información Un espacios de producción Un espacios de exhibición Si llevamos estos supuestos al ser sabemos que el espacio de interacción es la necesaria negociación con el otro; el espacio de información da respuesta a nuestra sed de respuestas, la producción nos permite transformar e imponer nuestra presencia, nuestra existencia para afirmar que somos y el espacio de exhibición permite compartir esto para ser legitimado por el otro. El espacio nos contiene y nos conforma, si nuestro cerebro es narrativo y somos las historias que contamos, el escenario es la fuente de estímulos que nos permite construir con nuestra percepción, la visión de mundo entre lo que hay y aquello que deseamos. Imaginar, es el principio, actuar, es determinante y no hay acción sin un sitio ya sea virtual, físico o imaginario, donde las voluntades de otros se presten para dar sentido. Referencias La poética del espacio Gastón Bachelard. FCE. ¿Cómo propiciar atmósferas creativas en el salón de clases? Julián Betancourt Morejón http://www.revista.unam.mx/vol.10/num12/art85/art85.pdf A Whole New Mind Daniel Pink. Riverhead Books