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Regina Freyman

Políticos de Face


Con más fuerza cada vez prolifera una especie de facebookeanos expertos en política nacional y extranjera. Hombres y mujeres de buena voluntad que quieren a Aristegui como presidenta y a Peña Nieto y Vicente Fox como protagonistas de la versión mexicana de “Dos tontos muy tontos” producción de Televisa que mostrará a la encarnación de la estupidez en la tierra. La libertad de expresión tiene sus riesgos y su folklore, pero me resulta encantador leer amigos que antes pensaban que Stone Henge era una marca de cerveza pronunciar su indignación por el papel del mandatario en Gran Bretaña ¡Qué pena con la Majesty! o su molestia por el mal entendido chiste de Sean Penn. O estar dispuestos a dar la vida por los 43 de Ayotzinapan. Sus filiaciones políticas cuando las hay, descienden a segundo plano, lo importante, lo in es mostrar que están al tanto, que se interesan, que le saben. Los hay desde los que no pasan de 14 años y tildan a todos los políticos de pendejos, no se saben abrochar las agujetas pero ya tiene autoridad moral para descalificar.

Los políticos de face son hijos del prontismo, de la lectura superficial y coleccionistas de memes. El prontismo es esa ansiedad generada por las redes que supone la interacción inmediata que por supuesto deviene en la generación de dopamina involucrada en el sistema de recompensa, se experimenta un placer similar al del consumo trivial, un regocijo por saberse atendido. El prontismo nos dice Umberto Eco es la capacidad de mantenerse informado de manera superficial, integrar un conocimiento de trending topic para sentir que se está en la conversación global. Que se está vivo aquí, ahora, vibran con cada bit. No es raro que opere como una moda que otorga el sentido de pertenencia y actualidad. Su lectura es superficial porque para mantenerse en la veloz conversación que caduca tan rápido como tecleo una frase, no es posible la lectura atenta y esbozar una opinión original es impensable. Son por tanto hijos de la refundición, de la colección desaforada de memes, imágenes, de la opinión parafraseada.


Experimentan un éxtasis religioso y se asocian en una Iglesia que le reza a Santa Carmen y quema al Judas de los Pinos. Su estado de ánimo es siempre el de la indignación, se elevan por encima de la población porque ya adquirieron “conciencia social” aunque no pagan sus multas o tienen un diablito de luz. En las calles se cierra por darle like al nuevo meme de Obama o se estacionan en doble fila para tomar la foto de una marcha a la que debieran ir, pero no pueden porque es hora de salida de la escuela y hay que recoger a los niños.

Víctimas de la falacia del consenso común, se contagia de las opiniones con más likes y creen en ellas dogmáticamente. Reelaboran la historia nacional en tramas simplistas entre santos y demonios donde ellos son los difundidores de la única y gran “verdad”

Cuando nuestras convicciones más profundas son desafiadas por evidencia que la contradicen, nuestras creencias se hacen aún más fuertes. De hecho hay estudios neurológicos que demuestran que la irrigación sanguínea en el cerebro baja y se experimenta una especie de dolor. Ésta es una forma de protección a la identidad pero que tiene como efecto colateral la terquedad. Una vez que algo se agrega a nuestra colección de creencias, las protegemos de cualquier desafío. Los psicólogos llaman guiones narrativos, historias que te dicen lo que quieres escuchar,


Historias que confirman nuestras creencias y nos dan permiso para corroborar lo que somos. Es por ello que contradecir una ideología a pesar de que se sustente con argumentos o evidencias sólo opera en sentido contrario.

Internet, las redes sociales y el progreso de la publicidad, hace de esta tendencia algo cada vez más difícil de superar. Tenemos más oportunidades para escoger y elegir el tipo de información que deseamos que alimente nuestra cabeza. Facebook edita los mensajes de nuestros contactos de manera que lo que leemos momento a momento en nuestros muros sea algo con lo que estamos de acuerdo. El político de face tiene un gran futuro por delante y su Facebook se encargará de no contradecirlo, le entregará, de manera cada vez más eficiente, información no sólo acorde a sus preferencias y estado de ánimo construyendo para él una burbuja amurallada por la información que corrobore su visión de mundo.

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