Montaigne dice: El signo más manifiesto de la sabiduría es
la alegría continua
Ortega y Gasset completa: Y ¿de qué sirve que el entendimiento
se adelante si el corazón se queda?
Desde una playa mexicana pienso en las cualidades que se requieren para ser un héroe en estos días. El escenario me sirve para soñar. ¿Quién no quiere un sitio así, como la playa de Ixtapa, para emprender la propia aventura? En busca del argumento propio llegué aquí hace algunos viajes, la verdad es que de a poco, y no sin influencia, ha comenzado a parecer el lugar perfecto para escribir la novela de la vida.
Desde niña pensaba que mirar al mar debe curar los padecimientos de alma, andar la vida descalzos sobre el granulado tapete de arena otorga a las plantas del pie una certeza que no es andar sobre arena movediza ni caminar entre nubes. En busca de pisar ligero, pero no sin compromiso, exploré la vida en este hermoso lugar. La brisa parece llevar entre sus aires el tono cálido pero triste de la melancolía.
Este lugar vio tiempos mejores y hoy trata de seducir al turista rejego, a una sociedad taciturna que se alienta solo en temporada. Aquí no hay sitios feos, la kilométrica playa es voluble, unas partes azul profundo, otras turquesa; tiene orillas calmas y otras inquietas. Sus calles y avenidas parecen esperar al futuro, contrasta la negrura perfecta del asfalto con el verdor intenso de los jardines salpicados por lentejuelas en flor, y el mar, ay el mar, siempre sale al acecho. ¡La alegría no podría tener otra residencia, insiste el alma conmovida!
Pero, ¿qué tipo de paladines despertarán del letargo a esta belleza? Esta historia no es ajena a todas las regiones de nuestro país que, presas del desaliento, se preguntan qué habitantes se necesitan para que las calles sean seguras y la algarabía, en lugar del desconsuelo, sean las notas que den música al ritmo cotidiano.
En el medievo fue el héroe quien encabezó la narrativa que dio paso a la comarca, la historia nacional se orquestó en torno a las leyendas de Arturo, de Carlo Magno o Don Rodrigo. Nació un tipo de ser hombre que se volvió arquetipo deseable. El héroe, para serlo, necesita diversos recursos que, al margen de la aventura, le harán. Parafraseando al otro Gran Caballero: “y yo, que nací en el mundo para deshacer semejantes agravios, no consentiré que un solo paso adelante pase sin darle la deseada libertad que merece”. Este personaje tiene todo un programa de acción, un camino del espíritu que debe recorrer para coronarse con semejante título: ha de ser valiente, fiel a dios y a su rey lo mismo que al amor de su dama.
Esta santísima trinidad es inspiración que representa tres valores o proyectos trascendentes: amor, pertenencia y religión. Campbell desentrañó el camino al señalar el abandono voluntario de casa o, lo que es lo mismo, de la zona de confort (valor de nuevo); ha de aliarse con un maestro o mentor (lo que supone la virtud de la humildad y el reconocimiento de la necesidad de otro que nos guíe); se enfrentará a un enemigo u obstáculo, al hacer uso de su inteligencia mediante la estrategia; volverá a casa, esta vez ya no para quedarse porque ha fundado la propia, sino para afirmar que aquello que era de suyo le sigue perteneciendo, pero se ha adicionado la nueva conquista que, dado que posee el talento de la gratitud y la magnanimidad, deberá poner al servicio de los suyos. Para quienes están familiarizados con el camino del héroe, saben que esto que aquí transcribo es una simplificación, pero la uso como principio para dibujar el perfil de los hombres y mujeres que han de habitar una mejor historia en el escenario de estas playas y ciudades.
Protagonista y autor
Desde luego que como estudiante de letras y apasionada de las historias los dos términos que anteceden me son caros. El primero es el hijo en turno de un autor que, como Proteo, deberá liberarse del conflicto que lo embarga. Esa liberación es la esencia misma de la historia, el autor prepara el terreno, como hada madrina atribuye virtudes y capacita de circunstancia al protagonista. Como habitantes de laficción, los protagonistas no cumplen una agenda nacional, su comarca es la fantasía y su rey, el caprichoso autor. Los seres humanos jugamos en ambos equipos, somos al tiempo nuestro personaje y nuestro autor, en nosotros recae toda responsabilidad.
Hoy emerge una figura propia del lenguaje de la empresa con la que gobiernos nos dibujan un rol para figurar: el emprendedor. Parece pertenecer a la misma estirpe del líder, nieto del héroe, y como toda persona, su propio autor y personaje. La palabra líder proviene del inglés leader, guía, del verbo lead, dirigir. Por ahí encontré otra acepción que proviene de la partícula “lid” del latín lis-litis: “Disputa, querella o proceso”. Lo que nos puede llevar a pensar que el líder inicia o está inmerso en una disputa o proceso que hará que los demás le sigan en la resolución exitosa del mismo.
Dado que en la universidad para la que trabajo el concepto de emprendimiento comenzaba a cobrar auge, un compañero con quien trabajo todos estos proyectos tuvo la idea de sumar el emprendimiento a la ecuación. Habilidad ética, capacidad de un individuo para usar, aprovechar y preservar los recursos y la infraestructura dada por las instituciones, al tiempo que presupone la capacidad para respetar las leyes y convivir con los otros. Implica por tanto la compasión y la amabilidad que se suman en un concepto mayor: la ciudadanía.
Habitabilidad, se entiende en ella la infraestructura y servicios que las instituciones proporcionan al individuo para su adecuado desempeño. La sostenibilidad implica el uso adecuado de recursos para cuidar nuestra casa y nuestro futuro, es un programa que haga uso adecuado de los recursos naturales y privilegie el abasto de los mismos por muchos años por venir. El emprendimiento es fruto de la inteligencia creativa, como diría José Antonio Marina, una inteligencia resuelta, dispuesta a resolver cualquier circunstancia y dispuesta a actuar. Supone también una adecuada autonomía para crear algo nuevo pero hace uso de la adecuada vinculación que reconoce que toda empresa necesita de un otro. La suma de estos grandes proyectos en tres grandes áreas del quehacer humano engloban el proyecto de ciudades o ciudadanos óptimos, mismos que saben hacer mucho con los recursos que tienen a su disposición.
El emprendedor, un héroe optimista
Emprendedor me sugiere a un hombre o mujer osados, dispuestos a gestar de la nada algo nuevo, son por tanto seres creadores, valientes y, sobre todo, entusiastas. La psicología positiva tiene un término para designar a los seres humanos felices, les llama optimalistas, pero suena muy feo, así que acudiré al optimista, claro que me resulta un poco chocante dado que no puedo pensar en esa palabra sin que mi cerebro cante aquello de únete a los optimistas. Pero de cierto sabemos que las personas con una propensión alegre son más productivas, valientes y creativas. Como he dicho ya antes el optimalista u optimista se distingue del perfeccionista en que sabe adaptarse a las posibilidades, no persigue escenarios imposibles ni recursos sofisticados, es quien sabe hacer siempre mucho con poco. No se da por vencido y, como el héroe legendario, no se derrota ante los obstáculos. Marina habla en el libro aludido de la inteligencia y claro, todo héroe debe tener este atributo, sin embargo, el filósofo hace pertinentes distinciones sobre esta cualidad que nos pertenece a todos en mayor o menor grado. Intentaré resumir y tomar, para la construcción de mi personaje, estos conceptos.
Distingue a las inteligencias triunfantes de las malogradas. Las últimas, nos dice, son aquéllas que, por deficiencias estructurales o por deficiencias biográficas, no permiten al sujeto adaptarse bien a la realidad y dirigir adecuadamente su comportamiento, es decir, de la manera conveniente para satisfacer sus dos grandes motivaciones: una vida feliz y digna. No padecían ninguna deficiencia en su origen, pero por variadas razones, equivocaron su camino, son seres trágicos porque tenían todo para lograr su cometido, pero hacen un uso disfuncional o equivocado de un buen sistema operativo.
Para conseguir una inteligencia triunfante nos sugiere:
1. Uso racional de la inteligencia.
2. Uso creador de la inteligencia.
Uso rutinario y un uso creador. Algunos de los elementos que constituyen la esencia de la creatividad y que se pueden aprender son:
1. Perseverancia activa.
2. Memoria creadora.
3. Operaciones mentales flexibles y rápidas.
4. Huida sistemática de la rutina.
5. Seleccionar entre las ocurrencias aquéllas que son viables.