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Regina Freyman

La increíble y triste historia de mi cándida obligación ciudadana en un país de desconfiados.


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Estimado Señor Emilo Chuayffet Chemor, déjeme que le cuente una historia:

Me siento como si fuera Ulises viajando su odisea, pero un burro, cansada, molesta, con la sensación de un esfuerzo incoherente regreso a casa con las ilusiones perdidas, mi misión era sacar mi cédula de maestría y no lo logré después de dos viajes consecutivos y mil y un trámites. Le cuento que soy habitante del país de la desconfianza, aquí todo el mundo recela de cualquier semejante, sin embargo yo quise confiar y sentí que mi obligación ciudadana era concluir un trámite pendiente. En diciembre me dije: quiero tener todas mis identificaciones en regla comencé por pasaporte, seguí con la credencial del IFE y lo único que me faltaba y me falta, es la cédula de maestría. La primera, indispensable para viajar; la segunda, impensable si se quiere votar ¿la tercera? Realmente para nada, a mi empleador le basta con el título y con el certificado, se traba de un capricho, una exageración casi neurótica. La cédula de licenciatura o me fue fácil o como los partos, olvidé el engorro. Pensé incluso que en la era cibernética sería a varios clic de distancia. Paso 1 INFORMACIÓN: entré al portal, con GOOGLE Chrome es casi imposible, cambié a safari después de muchos intentos. Llegué:http://www.sep.gob.mx/es/sep1/sep1_Registro_de_Titulo_y_Ex_cedula Son tantos los tutoriales, videos, pestañas con opciones, indicios que desestimé del viacrucis que sería. Había que llenar una ficha bancaria, con ella en mano llenar una solicitud, con la solicitud llena agendar una cita. Eran tantos datos que no supe qué botón habría que picar para obtener las fichas del trámite bancario. Paso 2 LLAMADAS: encontré un teléfono de atención, después de diez llamadas en el transcurso de dos días (no es una hipérbole es literal) me resolvieron el misterio. Paso 3 PAGO: Pagué mil veintitrés pesos, equivalentes a una comida para dos en un buen restaurante, mensualidad de colegiatura de una escuela privada, el súper de una semana para una familia de cuatro, sólo por dar algunos ejemplos. Paso 4 LLENADO DE SOLICITUD: no encontré el botón para llegar a mi destino. Regresé al paso 2 ( de nuevo múltiples llamadas). Me orientaron de nuevo. Después de cinco veces de llenado infructuoso porque la página se bloqueaba decido llamar, PASO 2 otra vez ¡esto es como el juego de Serpientes y Escaleras! --Buenas tardes pero no se apure, no hay citas hasta marzo, me dijo cordial la responsable del teléfono de atención. --Entonces, dije con desconsuelo, porque no me dijeron eso cuando pregunté hace dos semanas cómo registrar la solicitud, ya pagué. La voz me contestó que no me preocupara que se respetaría mi pago. PASO 4 de nuevo! Seis intentos para llenar el formulario y por fin ¡la cita queda agendada! lamentablemente no tengo impresora así que le doy guardar, pero no se guardan nada. Pero la leyenda dice que me enviaran duplicado a mi correo electrónico. Dos semanas y como el coronel, nadie me escribe. De regreso al PASO 2 20 llamadas y no es juego, la telefonista anónima se enoja o se corta la llamada, hasta que me mandan al área de sistemas, una señorita, está así muy amable, me manda el comprobante por correo. PASO 5 a juntar papeles: 1. Cédula profesional por ambos lados de licenciatura o maestría, según sea el caso. Original y copia 2. Clave única de registro de población (CURP). Original y copia 3. Certificado de estudios de grado. Original y copia 4. Acta de examen de grado. Original y copia 5. Grado académico. Original y copia 6. Tres fotografías recientes tamaño infantil en blanco y negro con fondo blanco, en papel mate con retoque. 7. Recibo de pago de derechos. Original y copia 8. Solicitud impresa y firmada. 9. Impresión del registro de la cita. Más ambiciosa que la carta Santa Claus, entre las peticiones esté certificado, el título y el acta de examen profesional, mi primer pensamiento fue título mata a examen profesional y éste mata al certificado; el primero y el último tienen un sello que demuestra que están debidamente registrados ¿Qué no es suficiente? ¿la hay dependencia desconfía de sí misma? PASO 6 día de la cita, viaje de Toluca a México, permiso previo para faltar a trabajar, indispensable. El lugar se encuentra lleno pero parece el juego de las sillas, hay que sentarse, moverse de asiento paulatinamente hasta llegar a la bendita ventanilla. Escuchamos indicaciones muy severas de uno de los personajes de la ventanilla, parece que nos hacen el gran favor al atendernos. Debemos organizar los documentos de una forma específica o de lo contrario, nos regresan a la cola de la fila. Me sentí en escuelita del porfiriato, regañada y todo, arregle mis miles de papelito, copias y originales ¡Horror! olvidé el original del acta del examen de grado, no lo pensé importante es un documento que equivale al paso anterior a mis dos originales poderosos: título que tuve que desenmarcar, y certificado. VENTANILLA: "Sin el original el trámite no se puede concretar". Peleo, argumento, nada. De camino a casa valoro si es inviable volverlo a intentar. Al día siguiente con más ánimo recorro del PASO 1 al 4, de manera idéntica no puedo imprimir de nuevo, nada nuevo, 20 llamadas y una amable señorita por fin me manda por correo la solicitud de cita. 23 de abril día internacional del libro, podría yo estar en la Universidad donde trabajo festejando uno de mis objetos favoritos pero no, estoy de nuevo jugando la silla ¡mi turno! Llego a la ventanilla y la señorita que comanda dicha posición me dice que el documento que traigo como acta de examen, no es el que corresponde, el mío dice constancia de examen profesional, que no es lo mismo que el acta de examen profesional, eso mismo fue lo que no me pudieron decir la ocasión pasada. Me turnan al Módulo de atención personalizada, una amabilísima señorita me atiende. He perdido el ánimo, no quiero ninguna cédula, lo que sí quiero es desahogarme. Repito este relato a la señorita, se hermana conmigo y me cuenta que la norma que regula las profesiones se llama Ley reglamentaria del artículo quinto constitucional y pertenece al año de 1945 ¿es razonable que una ley de casi 70 años no siga regulando? Me comenta que desde la implementación de las citas y el sistema en Internet el trabajo se les ha cuadruplicado porque siguen teniendo que revisar trámite por trámite a mano, cotejar documentos, aunado a lo que tienen que corregir por Internet ¿eso es simplificación administrativa? En ese momento me pregunto ¿quien tiene los medios para falsificar un certificado o un título profesional, no puede también falsificar la mismísima cédula, o actas y actas de exámenes de todo tipo? Lleno una queja formal, cotejan los documentos que si traigo y todo en regla demuestran el acta que debí de haber traído y me percato de que el otro documento no ostenta nombre o título, así que ni siquiera sabía si lo tenía en mi poder. Es momento de abortar la misión me dije, me ha costado $1100 más casetas, gasolina, copias, pero sobre todo, tiempo, ese bien irrecuperable. No tengo cédula pero sí una historia que contar: La increíble y triste historia de mi cándida obligación ciudadanía en un país de desconfiados. Pensé que era usted quien debía escuchar.

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