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Twitter y otros apuntes del odio

  • Regina Freyman
  • 30 sept 2013
  • 9 Min. de lectura

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Dos enemigos embarcan en la misma nave,

para estar lo más lejos posible uno del otro,

uno va a la proa y el otro a la popa del barco,

instalándose allí. Cuando de pronto se abate

la tempestad sobre la nave y la hace naufragar,

el que va en la popa pregunta a un marinero:

-- ¿Por dónde empieza a hundirse la nave?

Por la proa. Responde el marinero.

Entonces dice el hombre:

--No me importa tanto la muerte

pues me da la oportunidad de ver

a mi enemigo ahogarse antes que yo.

Fábula de Esopo

No soy twittera y odio la violencia. Como nada es absoluto he de decir que sí soy facebookera y que por lo visto el odio no puede erradicarse del corazón humano. Me piden que escriba sobre el odio en redes sociales mismo que cada vez prolifera más y que el escándalo Aristegui/ Bozo ha puesto en el tintero (conste que como ambos personajes poco significan en mi mundo, los puse así, en orden alfabético). Desde el ámbito político el tema no me interesa más sí desde lo humano y lo narrativo, es por eso que asiento como epígrafe una narración, la fábula que ilustra que el encono nos hace ser ciegos al hecho irrefutable de que vamos en la misma nave y que el odio hunde cualquier cosa, si el deleite es ver quién se hunde primero, será victoria pírrica: Bozo o Aristegui, Aristegui o Bozo, irrelevante. El odio es hoy popular cuando el mayor temor es ser vulnerable, de entre todos los sentimientos son aquellos que se desprenden de la violencia los que hacen sentir al hombre poderoso, el amor, la compasión, la melancolía, el ridículo e incluso el menor de los errores generan estados de vulnerabilidad, hoy parece que ser débiles es una maldición. Con otros fines que se alejan a este comentario, pero no es vano mencionarlo, un grupo de investigadores llevó a cabo un análisis por computadora de las letras de tres décadas de canciones exitosas. Los investigadores informaron de una tendencia estadísticamente significativa hacia el narcisismo y la hostilidad en la música popular. De acuerdo con su hipótesis, encontraron una disminución en los usos del pronombre nosotros y un aumento del yo. También informaron una disminución de palabras relacionadas con la conexión social y las emociones positivas, y un aumento en las palabras relacionadas con la ira y el comportamiento antisocial, como el odio. Jean Twenge y Keith Campbell, autores del libro El Narcisismo una epidemia, argumentan que la incidencia del trastorno narcisista de la personalidad se ha duplicado en los Estados Unidos en la última década. El meollo de este asunto es un sentimiento viejo como el hombre que hoy prolifera en el espejo negro esa pantalla que hoy nos retrata mejor que cualquier otro reflejante.

Soy despistada y cuentera, quizás sea por eso que entiendo mejor el mundo a partir de sus ficciones, así que comenzaré explorando un sentimiento, narrativa emocional por excelencia, para llegar a una excelente serie de televisión Black Mirrorque entre sus historias parece develar muy bien los efectos secundarios de esta hiperpantalla (Giles Lipovesky llama así a las derivaciones de la gran pantalla cinematográfica, otros críticos llama a nuestra época la era de las cinco pantallas: cine, televisión, internet, celular, pantallas de vigilancia) que venera nuestro tiempo. Si me acompañan terminaré con algo simple una palabra romana que parece hoy eclipsarse.

Sobre un sentimiento añejo como el hombre

Lo opuesto al amor como virtud es el vicio del odio, el primero es presencia, el segundo ausencia. Los filósofos medievales enseñaron que así como el amor es la consonancia del apetito respecto aquello que es aprehendido como conveniente, el odio es la disonancia del apetito respecto aquello que se aprehende como repugnante o nocivo. La narrativa del odio se da cuento así: es la aparición de algo o alguien que despierta en el espectador un sentimiento de desagrado aversión, desprecio o irritación, que se corresponde con un movimiento contra él, un deseo de alejamiento o aniquilación. Como todos los deseos, el odio no va solo, tiene un séquito de guardaespaldas: la tristeza, la envidia, la furia, la amargura y el aburrimiento, que proviene del aborrecer, si nuestra cultura es odiosa ¿no será porque estamos aburridos?

Dante en su “Purgatorio” nos recuerda que ante el odio no se ama otro mal que el del prójimo, y ese amor nace de tres maneras en el fango del mundo:

  • Quienes quieren derribar a su vecino para encumbrarse ellos.

  • Quienes al ver amenazado su poder, gracia, honor y fama por el de su vecino, procura evitarlo y urden el mal ajeno para evitar las injurias.

El odio es primo hermano del fraude, es decir, el engaño hecho con malicia, para perjudicar a otro y salir beneficiado. Es compadre del desprecio que es la peor de las traiciones, nada menos que despojar de valor al otro. El hombre heroico desde su excelencia desprecia las cosas bajas, por ahí se traslapan todos sus odios, pero el ignorante lo desprecia todas.

Tan fuerte como el amor, el odio se alimenta de deseos y uno de ellos es el deseo de hacer daño. Como su contraparte, el odio es acción, una acción negativa que idealmente destruye al objeto odiado. Como el objeto amoroso, el sujeto contra el que el odio se vierte es fuente de ensoñación y placer, pero en este caso no es el placer físico o la ternura, sino el placer vengativo y el ánimo de castigo. Mientras que el amor, como decía Ortega, se ocupa de afirmar su objeto; odiar es sentir irritación por su simple existencia . Y Montaigne

advierte al odiador apasionado “Lo que odiamos es algo que tomamos (muy) en serio”. Yo completo: dime a quién odias y a quién amas y te diré quién eres.¿En qué se distingue el odio de la ira, que también es una reacción violenta? El diccionario distingue la duración, la frialdad. El odio nace del temperamento frío, del enojo enraizado, de la ira crónica. Es la institucionalización del encono, por ello no es raro aunque sí lamentable que exista una nueva forma de institución del odio político habitada por seres que parecen salir de la fantasía: trolls o de la ciencia ficción: robots, seres sin presencia humanos asalariados para golpear.

El odio se recome, como los amantes están unidos, existe una pegajosa ligadura entre el aborrecedor y el aborrecido, ilusión hostil, que abraza a los protagonistas en un intercambio cada vez más asfixiante de sentimientos heridos. El odio afecta hondamente a todo el metabolismo afectivo, es la autointoxicación psíquica permanente como dijera Max Scheler. Por su lado Carlos Gurméndez nos explica que el odio es una pasión activa y quemante, destructora, que arde en nuestro interior, tiene cuatro motivos:

a) La alteridad: el otro antes de ser persona es algo que está frente a mí, la variedad humana es fuente de odio, porque el otro es distinto a mí, lo que me puede hacer sentir agravio o menosprecio.

b) La posesión: el otro posee algo que yo no poseo, así que lo envidio, lo odio.

c) Autoridad: en las relaciones de subordinación propia del mundo del trabajo o la política el odio es pasión reactiva que dan pie a un imaginario de la venganza. Cicerón acuña la fría máxima respecto a este sentimiento:" Que me odien con tal de que me teman”.

d) El resentimiento por un agravio: acto vengativo.

Black Mirror

Siempre me gustan las distopías son el recordatorio de nuestros errores y nuestra fragilidad, no es raro que siempre tengan una historia de amor que hace de contrapunto a la desesperanza. Black Mirrores una serie de televisión británica creada por Charlie Brooker y producida por Zeppotron para Endemol. La frase que identifica al programa es: Si la tecnología es una droga ¿Cuáles son en concreto sus efectos secundarios?1

Su creador se refiere al primer episodio como "una parábola retorcida en la era de Twitter".

En él la princesa de Inglaterra fue secuestrada, el criminal ha colgado en YouTube un video con la joven comunicando al mundo las demandas. El video se ha vuelto viral cuando se muestra al Primer Ministro, la petición es una, el mandatario tendrá que tener sexo en cadena nacional con un cerdo. Tras largas consideraciones concluyen que no puede negarse. Es aquí donde entra la comparación, el pueblo morboso espera atento el acto zoofílico entre la cabeza de su gobierno y un cerdo, se reúnen en bares y plazas públicas azuzando excitados el evento, pero justo en medio del acto, los ciudadanos sienten repugnancia por lo que mira y, tal vez, por la conciencia que les mira como parte de un espectáculo de mierda. En un sistema donde la mierda se recicla, el Primer Ministro cobra una popularidad inusitada, la princesa fue liberada incluso antes del evento y el perpetrador del acto es considerado como el fenómeno artístico del siglo XXI capaz de motivar el happening ideológico de la era.

EL otro episodio que me sugiere parentesco con lo que vivimos se llama “El momento Waldo”. Waldo es un personaje digital animado en tiempo real, un aparentemente tierno osito de pixeles que aparece en un programa de televisión. Al momento de comenzar la historia van a celebrarse elecciones municipales en el Reino Unido y, aunque el autor que anima y da voz a Waldo rechaza tratar temas políticos, la presión pública lo anima a recurrir al insulto para causar hilaridad entre los electores, sin discurso, ni ideología, sin propuestas, acaba siendo sugerido como candidato. Waldo es la oposición acéfala que se limita a injuriar, el pueblo lo adora, envuelto en su tierno disfraz el odio se hace patente y a grados tales que el personaje se come a su creador, cuando se niega a continuar operando al personaje de ese modo, le recuerdan que el muñeco es una idea que pertenece al canal. El programa parece decirnos que los políticos suelen ser fraudes de manipulación y Waldo fue pensado originalmente como un alivio cómico para las elecciones y termina siendo el incitador para que el público actué con violencia contra los políticos, contra los que Waldo se compara, personajes fabricados, con nada original que decir, manejados por sus partidos o quizás, si alargamos la alegoría, comentaristas que son marca registrada de sus casa productoras.

Somos lo que odiamos: Waldo está destinado a ser un personaje de protesta contra los políticos corruptos, a pesar de que al tiempo, él es peor que lo que acusa.

Internetocracia

Pierre Bourdieu en su ensayo sobre la televisión advierte sobre los peligros de esa pantalla, que en su Diccionario razonado de vicios, pecados y enfermedades morales, Jorge Vigil Rubio denomina televidiocracia, el exceso de un medio democratizador que atenta con convertirse en un medio de opresión simbólica. La pantalla ha tomado al ciberespacio y con ello me atrevo a rebautizar el vicio, aunque el pecado y sus consecuencias siguen siendo parecidas, pero dada la fuerza proliferadora y multiplicadora del internet, las consecuencias se recrudecen. Bourdieu enmarca su trabajo en la noción de campo periodístico, espacio social estructurado, campo de fuerzas en qué hay dominantes y dominados, un campo de lucha para transformar y conservar ese campo de fuerzas. Los sujetos de este campo son productores, periodistas y actuantes, evolucionan sobre el trasfondo de un mercado audiovisual movidos por la energías de la publicidad, en un campo regulado por instancias gubernamentales u órganos de control, de mecenas, o de clientes. No hay mucho más que agregar sólo que, como diría Borges si conociera la internet: este espejo proliferante multiplica el horror de los hombres.

Hombres sin rostro, desnudos de humanidad

Nuestro rostro es el código de nuestras emociones, aprendemos a leer las intenciones del otro porque decodificamos su cara, son muchos los estudios a este respecto, es en el mirarnos frente a frete que surge la empatía o compasión que es un término más amplio. No actuamos igual cundo vamos en un coche y sufrimos un cerrón o una descortesía vehicular, despersonalizados nos volvemos máquina, insultamos al del mercedes azul o al de la camioneta roja, no tienen identidad. Cuando la interface que nos conecta es una pantalla debemos conformarnos con su frialdad, si un transeúnte choca con otro, basta un gesto de disculpa para que los ánimos se calmen; si a políticos o comunicadores se les enfrenta cara a cara será difícil que sostenga el nivel álgido que se permiten a distancia ¿Será que los efectos secundarios de volverse pantalla es que se pierde una forma de identidad para construir un ente animado que se maneja a distancia?

Humanitases una palabra y un sentimiento creado por de los romanos clásicos que expresa el sentimiento de dignidad y lo sublime que le son propios a la persona humana y la sitúan por encima de todas las demás criaturas de este mundo. Este singular valor de la persona, nos obliga a construir una personalidad propia a partir de la educación para respetar y favorecer el desarrollo de la personalidad ajena. Sentir que ser y respetar al otro ser que me valida y me limita, que se me parece pero es muy otro es acceder a lo verdaderamente humano. José Antonio Marina nos cuenta en su Diccionario de los sentimientosque entre las tribus hawaianas la única solución para el odio es la reanudación de los lazos afectivos que sólo se restablecen mediante el perdón mutuo que libera a cada parte del terrible círculo de viejas injurias y venganzas interminables.

El clima aún no mejora, el cielo se pone negro y en las pantallas llueve y se oscurece aún más.

Referencias:

DeWall, C. Nathan; Estanque Jr., Richard S.; Campbell, W. Keith; Twenge, J. El Narcisismo una epidemia(2011).

Marina, José Antonio y López Penas. Diccionario de los sentimientos . México, Anagrama.

Rubio Vigil, Jorge. Diccionario razonado de pecados y vicios morales. Barcelona, Alianza

Alighieri, Dante, La comedia. México, Porrúa.

Walton, Stuart. Humanidad: Una historia de las emociones.

Madrid, Taurus.

Brooker, Charlie. Black Mirrorhttp://www.channel4.com/microsites/B/black-mirror/index.html

1 La traducción es mía. “If technology is a drug then what, precisely, are the side-effects?”

 
 
 

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