No quiso evitar al mirarse en sus ojos en el momento del éxtasis, tatuar en su memoria la mirada de placer de su amante, si la nostalgia lleva a marcar en la piel con tinta indeleble escenas de infancia, personajes inolvidables o hasta símbolos grotescos que aseguren ser pruebas contra el olvido ¿Por qué no intentar fundirse en la visión de un momento y para siempre? Fueron apenas segundos lo que duró el atentado, fueron también múltiples noches de reflexión y una vida para esperar los ojos adecuados. Si Narciso detuvo el tiempo al contemplar su imagen, ella capturaría el placer del haz de luz que penetra la mirada vacía del deleite y quemaría con ella la epidermis de un momento del recuerdo.
Lo sagrado es necesariamente ambiguo, como un parto que duele. Él la penetra y ella saben que crece el "eje del mundo", el trueno que rasga las entrañas de su tierra, todo está en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, ella germina no hay frutos, ellos lo son, transmutan ¿Quién soporta estar ante la imagen móvil de la eternidad?
Cuenta el mito dos versiones, una es de horror y la otra de amor, en las dos los amantes se encienden, en una desaparecen y en la otra suben al cielo para ser la constelación que sólo advierte una anciana. Sus ojos miran la luz de Venus, la única estrella que pendía desde lo alto. ¿Buscas a Dios? Le preguntó otra niña que jugaba en la playa. No, respondió con un murmullo firme pero bajo que se confundía con el rumor de la brisa. Hacía tiempo que no encontraba motivo para explicar sus asombros, ni sus descuidos. Pero la pregunta de la niña la cautivo:
Hace muchos días encontré un grupo de estrellas que nadie parece ver, excepto yo, así que juego a ser una estrella. Uno es quien imagina.
De pronto un rayo cayó en la playa y la vieja desapareció, en su lugar ha quedado una estrella de mar que guarda celosa el mito de la mirada y una sentencia cruel:
"Será muerto aquel que sepa el verdadero significado del mito de la mirada".