Luna, beso de la noche
- Regina Freyman
- 5 feb 2013
- 11 Min. de lectura
Hay seres lunáticos, personas que quedan hechizadas por la luna. Cuando era niña y miope, la luna aparecía de un tamaño enorme reinando el cielo, luego me pusieron lentes y la luna se redujo, pero hay noches que siento que la luna me llama y decido quitármelos para que vuelva a ser grandiosa e inunde la noche.
La palabra lunático es de los hijos de la Luna, un mito popular sostiene que la luna llena causa periodos de locura, como en el caso de los hombres lobo. Filósofos como Aristóteles y Plinio el Viejo argumenta- ron que inducía a la locura en individuos sensi- bles, como el cerebro está formado principalmente por agua, creían que la luna ejercía sobre él, el mismo poder que imprime sobre la marea. La luna hace locos a los hombres, es una seductora que trastoca su cabeza.

En casi todas las mitologías las diosas o dioses lunares, se oponen a la deidad solar. La luna carece de luz propia y se nutre de los rayos de sol. Depende de la engría del astro mayor y por eso es fácil creerla mujer, pasiva y dependiente. El ciclo mensual de la Luna se contrapone al ciclo anual del sol, y es relacionado con el ciclo menstrual femenino. La palabra inglesa para mes, month, proviene de una forma sajona primitiva para lunación, debido al primitivo uso de un calendario lunar en esta cultura. En castellano, inglés, francés e italiano, el primer día de la semana, «lunes», tiene su raíz en el «día de la Luna». Es raro ver al Sol y a la Luna juntos en el cielo, por ello las leyendas antiguas dan cuenta de una lucha eterna que uno gana de día y el otro de noche, se siguen, combaten y se alternan. La Luna representa el poder femenino, es la Diosa Madre y reina del cielo.
La luna decía Borges, es en sí misma una metáfora, la más grande de todas, los hombres la buscan para cantarle desde el primero que pisó esta tierra, la miran en busca de consuelo. Es la gran musa de poetas y enamorados, el mitólogo Robert Graves supuso que ella fue la primer diosa en comunidades donde el principio femenino era venerado como símbolo de vida y muerte. Graves dice que el lenguaje poético era una forma de lenguaje mágico altamente codificado que se relacionaba con rituales religiosos que la celebraban. Las invasiones del período minoico destruyeron a la civilización matriarcal y la suplantaron por un orden patriarcal. Así se crearon nuevos mitos que servían para justificar cambios sociales, políticos y religiosos impuestos por la fuerza. El predominio masculino en las comunidades fue fragmentando a la diosa, primero en 3, que representan las fases lunares y luego en todas las diosas del panteón Olímpico. Simboliza la dependencia, es principio femenino, signo de renovación, transformación y crecimiento. Es el ser íntimo, lo inconsciente y el sueño, la parte del alma animal, la Luna es la partera de la imaginación. Lo es también de la sabiduría, la luna es Ying con relación al sol que es Yang. Es agua con relación al fuego del sol. Inspiradora de todas las artes. La verdadera poesía, entonces, será siempre producto de la inspiración de la Musa, que no es más que la Triple Diosa Luna: la hermosa doncella blanca Koré o Perséfone, la roja mujer fértil Artemisa y la vieja segadora, negra como la Muerte, Hécate. La poesía es femenina porque surge de un lenguaje sensual que no está peleado con la razón, es otra forma de razón que habita los territorios del ensueño y la intuición, es una verdad que se canta y no se prueba, que se sabe y no se cuestiona.
La luna como el dios Jano es a la vez puerta del cielo y del infierno, Artemisa y Hécate. Es el primer muerto cada mañana, pero a diferencia del hombre, su muerte no es definitiva. Durante tres noches desaparece para aparecer con un renovado fulgor. Para muchas culturas la luna es el paraje de los muertos, lugar de estancia para los héroes y magos. Existen pueblos de Polinesia, tribus del Amazonas o africanas que han tenido a nuestro satélite por un ser vivo que compartía con ellos sus alegrías y tristezas.
En la mitología griega, Selene es la diosa lunar, hija de los titanes Hiperión y Tea. Su nombre es luz que viene del griego selas, «luz». Selene terminó siendo desplazada por Artemisa, y quedó subordinada a la fuerza paterna como una hija de Zeus y su hermano el dios Helios, el sol, que más tarde fue sustituido por Apolo. Selene comienza su viaje cuando la noche cae sobre la tierra. Cada tarde se baña en el océano y luego atraviesa el cielo en un carro de plata. Su hermana Eos es la diosa de la aurora. Selene gusta de tener varios amantes y los acaricia mientras duermen. Cuenta la leyenda que Selene vio a Endimión, un hombre mortal, dormido en una cueva, herida de amor bajó a la tierra para besarlo y vertió en sus ojos sueño eterno para que así nunca la abandone. Fue amante del dios Pan, quien la sedujo envolviéndose en una piel de oveja, le regaló el yugo de bueyes blancos que tiran del carro por el que viaja entre la noche con su velo levantado por el viento. Selene es hermosa, de rostro pálido, conduce su carro de plata tirado por un yugo de bueyes blancos, una media luna la corona e ilumina la noche con una antorcha. A ella debemos el gentilicio de selenitas, habitantes imaginarios de su faz. Por otro lado, Leto (‘la oculta’) es hija de los titanes Ceo y Febe y en el panteón olímpico madre, junto con Zeus, de los gemelos Apolo y Artemisa. Con su hermana Asteria, fue venerada como diosa de la noche y también de la luz del día. Considerada diosa de la Luna en su aspecto de doncella. Protege a las mujeres y a sus secretos más íntimos, especialmente a las adolescentes y a las parturientas. En un principio fue diosa de la fertilidad. Luego Artemisa formó parte de la tríada compuesta por Selene o Perséfone, Hécate y ella misma, representa al cuarto creciente, Selene la diosa en su aspecto de madurez o Luna Llena y Hécate la diosa lunar en su aspecto de cuarto menguante, anciana o hechicera. Al convertirse en diosa de la Luna asimiló ciertas características de Hécate, lo cual le otorgó cierto hálito amenazador, el aspecto terrible que manifiesta en algunos de sus castigos o en su faceta de diosa sanguinaria y cazadora. En algunas leyendas rusas las estrellas son hijas del Sol y de la Luna que sostienen un matrimonio turbulento. En Africa la luna tuvo un rostro inmaculado hasta que su esposo el Sol la manchó de barro. Como todas las mujeres inteligentes y hermosas, la Luna tiene una personalidad cambiante, desaparece tres noches cuando se ha cansado de hacer el amor con su esposo el Sol, sin embargo, es más constante que él que en ciertas épocas es frío y en otras cálido, ella siempre termina por sonreír.
Ítalo Calvino nos cuenta en Las cosmicómicas que:
Hubo un tiempo, en que la Luna estaba muy cerca de la Tierra. Las mareas fueron poco a poco empujándola lejos... La teníamos siempre encima... desmesurada...con una luz color manteca– parecía que iba a aplastarnos; en novilunio rodaba por el cielo como un paraguas negro llevado por el viento, y en cuarto creciente se acercaba con los cuernos tan bajos que parecía a punto de ensartar la cresta de un promontorio y quedarse allí anclada...eclipses, con Tierra y Luna tan pegadas, los había a cada rato, imagínense si esas dos bestias no iban a encontrar manera de hacerse continuamente sombra una a la otra...

La Luna nos vigila desde el espacio, es el único satélite natural de la Tierra y el quinto satélite más grande del Sistema Solar. Siempre nos muestra la misma cara, marcada por lunares oscuros de origen volcánico. A pesar de ser el objeto más brillante en el cielo luego del Sol, su superficie es en realidad tan oscura como el carbón. La Luna es el único cuerpo celeste que hemos pisado. En 1953 un abogado chileno Jenaro Gajardo la registró como suya, hombre posesivo que quiso ser dueño de la más bella de todas. Según él Richard Nixon, le pidió permiso para el alunizaje de la Apolo 11. En1967 se firmó un tratado en las Naciones Unidas que prohíbe la compraventa de lugares fuera de la tierra, a pesar de eso en 1980, el estadounidense Dennis Hope compró de nuevo la luna. Nosotros los mexicanos no somos dueños de la luna pero al menos la llevamos en el nombre, la palabra México significa: 'Lugar en el centro de la luna' o más precisamente: 'En el lago de la luna"'.
Una leyenda singular se gravó de la conversación entre la base de Houston y la tripulación del Apolo 11 justo antes del primer alunizaje:
Houston: Entre los grandes titulares sobre Apolo esta mañana hay una pregunta ¿que si ven a una joven con un conejo grande en la cara de la Luna? Pues una antigua leyenda dice que una hermosa mujer china llamada Chang vive allí desde hace 4000 años. Parece que fue desterrada porque le robó la píldora de la inmortalidad a su marido. También pueden buscar a su compañero, un gran conejo de China, que es fácil de identificar ya que está de pie solo sobre sus patas traseras a la sombra de un árbol de canela. El nombre del conejo no se registra.
El contraste entre las tierras altas más brillantes de este astro y los oscuros mares crean el patrón, visto por las diferentes culturas, como el Hombre de la Luna, el conejo y el búfalo, la rana, el sapo. Se dice que el sapo de tres patas habita en la Luna y que sus tres patas simbolizan las tres fases lunares. Por su parte, la liebre es también animal lunar y atributo de todas las deidades lunares en muchas de las antiguas mitologías. Representa la resurrección y el renacimiento, así como la intuición y la luz en la oscuridad.
En Brasil, dice la tradición popular, que las manchas presentadas por la Luna representan a San Jorge y su lanza enfrentando al Dragón, listo para defender aquellos que buscan su ayuda. Y Tecciztecatl, el dios azteca de la luna, era dibujado como un conejo antropomórfico.
Mark Twain decía que "Todo hombre es como la Luna: con una cara oscura que a nadie enseña. Un escritor anónimo afirmó que "La Luna es un espejo que puso Dios para los enamorados que están lejos". Y la pintora Remedios Varo pintó a dos enamorados con cara de luna. Las fantasías que la Luna inspira son miles, permítaseme enumerar tan solo unas cuantas: Icaromenippus es una historia de Luciano escrita en el siglo II después de Cristo, la primera que nos relata viajes imaginarios a la luna. Pero el tema no fue popular hasta el siglo diecisiete con el invento del telescopio que alimentó la fantasía de una sociedad lunar. Viaje a la Luna (1657) de Cyrano de Bergerac cuenta cómo, este personaje, llega a la Luna gracias a fuegos pirotécnicos. El consolidador (1705) de Daniel Defoe, habla sobre un motor que hace posible los viajes entre China y la Luna. En Las aventuras del Barón Münchhausen (1786) se incluyen dos viajes a la Luna y La conquista de la Luna (1809) de Washington Irving es la historia de la invasión pensada como una alegoría sobre el tratamiento de los nativos americanos por los colonos europeos en América. La aventura sin par de un Hans Pfaall (1835) de Edgar Allan Poe, nos lleva a un taller de reparación de fuelles en Rotterdam, donde se crea un globo gigante y un compresor de aire que permiten viajar a la Luna. "Roverandom" es un cuento que Tolkien escribió para consolar a su hijo por la pérdida de su perro, en la historia, su perro se va volando hasta la Luna. Doctor Dolittle en la Luna fue la última aventura de este personaje escrita por Doctor Hugh Lofting. El doctor, llega a la Luna en la parte posterior de una polilla gigante y encuentra especies muy diferentes a las de la Tierra y aprende su lengua. Moon Palace (1989) es una de las novelas más conocidas y complejas de Paul Auster. "El tedio de la Luna", es un cuento de Edward Desautels en el que la Luna aparece como narrador en primera persona y "El rayo de luna" es una de las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, en ella cuenta la historia de Manrique que era un poeta que solo amó:

Aquella cosa blanca, ligera, flotante, que brillaba ante sus ojos, pero había brillado a sus pies un instante, no más que un instante...Era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía sus ramas. -¡El amor!... El amor es un rayo de luna -murmuraba el joven. -¡La gloria!... La gloria es un rayo de luna...fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos, ¿para qué?, ¿para qué?, para encontrar un rayo de luna.
En "Cara de luna" Jack London hace la confesión de un narrador que odiaba la cara de Juan Claverhouse porque parecía la luna llena: "los pómulos muy separados, la barbilla y la frente redondas, hasta confundirse con los rubicundos mofletes, y la nariz ancha y corta, como una pelota de pan aplastada en la pared, ocupando el centro de la circunferencia". De la Tierra a la Luna (1865) de Julio Verne, trata de un proyectil que se lanza desde la Florida y tierras en el Océano Pacífico, no muy diferente del programa Apolo. Los primeros hombres en la Luna (1901) de HG Wells cuenta que una nave espacial llega a la luna con la ayuda de Cavorite, un material que protege la gravedad. Es habitado por selenitas similares a insectos que son gobernados por un Gran Lunar. "Trends" es un cuento de Isaac Asimov en la que los fanáticos religiosos se oponen a un vuelo de ficción primero a la Luna en la década de 1970. Preludio al espacio es una novela de Arthur C. Clarke recuento de los acontecimientos que condujeron a un vuelo de ficción a la Luna en 1978.
En teatro, El final de la Luna de Laurie Anderson es un monólogo de 90 minutos creados como parte de los dos que Anderson trabajó para la NASA.
Entre los poemas a la luna está mi favorito, en el que Jaime Sabines dice:
La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas
El "Romance De La Luna" de Federico García Lorca del que transcribo solo unos versos alcanza altura de luna blanca:
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Borges nos habló de ella en dos poemas, uno dedicado a su esposa y otro en donde la supone un signo que nos escribe :
Pitágoras con sangre (narra una Tradición) escribía en un espejo
Y los hombres leían el reflejo
En aquel otro espejo que es la luna.
Cuando, en Ginebra o Zürich, la fortuna
Quiso que yo también fuera poeta,
Me impuse. como todos, la secreta
Obligación de definir la luna.
Ariosto me enseñó que en la dudosa
Luna moran los sueños, lo inasible,
El tiempo que se pierde, lo posible
O lo imposible, que es la misma cosa.
Y, mientras yo sondeaba aquella mina
De las lunas de la mitología,
Ahí estaba, a la vuelta de la esquina,
La luna celestial de cada día
Sé que entre todas las palabras, una
Hay para recordarla o figurarla.
El secreto, a mi ver, está en usarla
Con humildad.
Es la palabra luna.
Es uno de los símbolos que al hombre
Da el hado o el azar para que un día
De exaltación gloriosa o de agonía
Pueda escribir su verdadero nombre.
Lunáticos o no, los hombres miramos al cielo para buscar a la dama de la noche porque ella es testigo de nuestros miedos, de nuestros sueños y de nuestras pasiones más íntimas.
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