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Mediaciones 2012

  • Regina Freyman/Héctor Sánchezbenitez Tamayo
  • 24 dic 2012
  • 21 Min. de lectura

Amantes y locos tienen la mente tan arrebatada, tan poblada de fantasías, que perciben más de lo que la pura razón es capaz de aprehender. El orate, el que pena de amor y el poeta destilan imaginación ...

W. Shakespeare

El sueño de una noche de verano

Bienvenida la oportunidad

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Recuerdo muy bien cuando leí Los dragones del edén de Carl Sagan, era una adolescente y fue uno de los primeros libros que leí completo, quizás lo que más me sorprendió fue el ingenio de Sagan de comprimir en un año la historia de la humanidad, ejercicio que llamó "el año cósmico", un esfuerzo a modo de miniatura o maqueta para mostrarnos de modo sutil nuestra pequeñez en el orden universal y nuestra recientísima aparición en esta tierra: 11: 58 pm del 31 de diciembre de ese año metonímico, dos segundos antes de que terminara.

Un año, desde la percepción subjetiva de un individuo puede ser mucho o poco dependiendo de los acontecimientos, de los cambios y emociones que descomprimieron el tiempo y nos cambiaron la vida, un año que nos enfrentó a sentimientos desconocidas o pérdidas inéditas. Mi 2012 es singular, por eso, Héctor, me gusta tu propuesta de desatarlo en un ejercicio contrario al de Sagan, describir como tributo, todo aquello que leímos, oímos y nos sorprendió en los medios de comunicación, textos paralelos que aderezaron la propia singularidad de nuestro tránsito.

En enero vi por vez primera la película Bienvenido Mr. Chance que en inglés se llamó Being there. Recuerdo muy bien que tú me la recomendaste y me sorprendió tanto que tuve que leer la novela de Jerzy Kosinski que dio origen a la cinta. Ambas me gustaron pero es de las pocas veces que creo fallar a favor de la película, la actuación de Sellers refleja de manera insuperable el encanto de la ingenuidad. En mi memoria se queda el hombre de bombín y saco largo caminando en un Nueva York tan desconocido, un planeta distinto al del hombre niño que solo ha vivido por medio de la televisión y que camina sorprendido mientras la música extradiegética de Odisea 2001 transmite al espectador el extrañamiento, lo desconocido de lo cotidiano. Chance es el nombre del protagonista, oportunidad en español, así con Chance comencé el año y con la tristísima noticia de que un amigo muy querido se había asomado a la muerte.

Zou Bisou Bisou

Regina aunque el primer capítulo de Mad Men 5 salió al aire hasta marzo, hemos seguido y comentado la serie desde la primer temporada. La imaginación nunca escasea, si algo me sorprendió en la quinta temporada fue la dirección que siguió la historia, el crecimiento profesional de Peggy que representa a la mujer de clase media que pasa de ser una secretaria a una publicista respetada y demanda, una mujer capaz de tener relaciones sexuales abiertamente pero sin ser una mujer glamorosa, lo mismo bebe hasta embriagarse en una fiesta o en el bar con sus compañeros de trabajo de igual a igual, que sin escrúpulos toma a un hombre para satisfacer sus deseos sexuales o que fuma mariguana en alguna fiesta esnob de la época; ella es con mucho el símbolo más fuerte de la trasformación que hubo en las mujeres norteamericanas en los años sesentas a pesar de que se ha centrado la atención en aquellas que formaron parte del movimiento hippie o luminarias del mundo del espectáculo, sin mirar a las millones de jóvenes mujeres que consolidaron el cambio desde la vida cotidiana tomando espacios sociales exclusivos para hombres.

Las series luego de un algunas temporadas pierden imaginación, sin embargo la quinta temporada que comienza un tanto floja sube en intensidad al mostrar más allá de las situaciones de época, los dilemas que enfrentaría el mundo posterior a la bonanza que dejó la Segunda Guerra, tomará el cambio en la filosofía de los jóvenes manifestada en la música, en la vestimenta, en las costumbres y en el modo de vida, será el comienzo del crecimiento del mercado masivo de la televisión y la publicidad millonaria que lo soportaría; finalmente emociones permanentes en la trama pero con virajes para cada uno de los protagonistas principales como el enamoramiento, la infidelidad, el mero deseo sexual, la insatisfacción o la alucinación ácida del mismo.

Creo que fue el relato televisivo que atrajo más mi atención pues además mantuvo la calidad de su producción como el interés en la historia en general y en la que se cuenta para cada uno de los protagonistas y me dejó especialmente marcada la existencia con el cursilísimo número que cantó la nueva esposa de Don Draper, Megan (Jessica Paré) que lo interpretará de un modo tan sensual que me quedó con el Zou Bisou Bisou como lo mejor del año musical, se puede encontrar en You Tube http://www.youtube.com/watch?v=yXoILGnHnvM y es un deleite propio de los años sesenta.

En venta

Tienes razón Héctor, Mad Men es una trama que nos entusiasma a ambos. En ello va nuestro gusto por las comunicaciones y por la publicidad especialmente. Un sueño que siempre se me quedó en el tintero fue el de ser Don Drapper, el creativo, el hombre de las ideas. Dirás que por qué no me encuentro en Peggy y su revolucionario papel femenino, tal vez porque acostumbrada a las narrativas dominantes me es más fácil empatizar con el protagonista masculino o porque las angustias vitales de Don me son afines, no lo sé. Mi episodio favorito es el de la hija de Don que descubre la vida en Manhattan, que se arregla por vez primera como una señorita y acompaña a su padre a los premios Clio, ahí descubre al mejor amigo de su padre gozando de una felación por parte de la madre de la nueva esposa de su padre. Es la pérdida de la inocencia, el ocaso del paraíso, nunca más volverá a ser niña, su mejor amigo la llama y le pregunta ¿Cómo está el ambiente en Nueva York? Ella responde, podrido. De aquí en adelante el mismo país de las faldas ampulosas, de la coca cola, de la bonanza, el país de aparador, comenzará por mostrarnos su lado oscuro, podrido. De la consolidación de la publicidad como industria verá la vorágine capitalista, el deseo desenfrenado, la competencia desleal, el individualismo voraz.

La graciosa esposa de Don, la chica Zou Bisou Bisou, se vende, lo mismo que Joan, la exuberante jefa de secretarias dispuesta a tener sexo para obtener la cuenta de General Motors y convertirse en socia de la Agencia. Todo está en venta parece decir Mad Men.

Me gusta Don porque si está o no en venta, es irrelevante, él se busca, es un herido de guerra que traiciono y fue traicionado, que bajo esa capa de cinismo, en la médula misma se inscribe una necesidad imperiosa de ser querido, de hacerse legitimo, de encontrar una ética, y es éste personaje el que más se esfuerza por obrar así, por defender cierta dignidad, por no quedar solo. Justo esa es la frase que concluye la temporada. Una chica se le acerca en un bar, él está decepcionado de su nueva esposa, ella que parecía incorruptible le pidió que intercediera para que ella protagonizara un comercial. La desconocida se acerca a él y le pregunta: ¿Estás solo?

¿Será que la competencia violenta que comenzó con la publicidad se extiende a todas las regiones? ¿Nos quedaremos solos?

Dexter se enfrenta a lo divino

No creo, Regina, que Draper en la última temporada sea el único que no está en venta, por el contrario, el final ratifica que él es uno más de los productos que masivamente se comercializan en aquel momento y sigo pensando que el personaje más auténtico es Peggy y su peculiar liberación en el ascenso del capitalismo globalizado.

Otra serie que me resultó atractiva, al parecer más por el aprecio construido a lo largo de otras temporadas que por la vigencia de la trama, me refiero a Dexter el asesino serial que en la sexta temporada habrá de enfrentar a una amenaza social mayor a la que ofrecen los criminales a quienes ajusticia y es la religión, centralmente la católica pero de fondo a todas las demás. Paralela a la trama eje se presentan situaciones recurrentes propias de las emociones más humanas y propias del melodrama, pero necesarias para enriquecer y adornar lo que en verdad se pretende presentar que es el riesgo de la fe.

Dios, la fe y la religión vistos desde el ángulo de un asesino serial que en su personalidad secreta es el padre de un niño que debe ser educado acorde a una norma social que Dexter conoce, en la que se desenvuelve ocultando sus verdadera identidad porque de muchas maneras no la sigue, especialmente por la necesidad que tiene de matar, de quitarle la vida a otros para satisfacer una pulsión que le resulta altamente placentera; lo que es absolutamente amoral, que a pesar del código de Harry, su padre, que le enseño a focalizar su hambre de muerte en seres que lo merecen porque la justicia no les condenó como debían.

A Dexter no solamente se le presenta el dilema de la divinidad y la moral que la sociedad le ha otorgado respecto de no matar, sino de cómo habrá de educar a su hijo a quien desea integrarlo a una vida social normal y no a la del asesino serial, cada vez menos obsesivo, que le caracteriza a él, pues se ha convertido en una persona más común y corriente de lo que originalmente fue, cuando como todo asesino serial más bien tendería a la perfección deshumanizante, él se ha humanizado.

Dios, la religión y la moral se enfrentan a Dexter a través de todos los personajes que lo rodean amigos o enemigos y el tratamiento de la trama a lo largo de todos los capítulos va dejando ver a las creencias divinas propias de la esquizofrenia aguda o liviana que tienen los que creen profundamente en las divinidades con las que conversan, a las que les descifran mensajes con códigos ocultos, voces que hablan para ordenar conductas que proceden de morales lejanas a lo humano, lo mismo en la búsqueda de lo bueno como en la condenación de lo malo. La fe es expuesta en todo momento frente a la disyuntiva de carecer de ella, de convertirse en seres sin dios.

En fin creo que Dexter sigue siendo una serie televisiva interesante, fuera de lo común e inteligentemente escrita y producida; por su parte me reafirma mi convicción de que la mayor amenaza para la colaboración social entre las personas es la fe en dios, nada hace más difícil el alcanzar acuerdos y consensos que las creencias como las ideologías, cargadas de promesas utópicas que hablan de mundos no humanos y poco hacen por comprender la verdadera naturaleza humana, tan cruel y tan benigna a la vez.

El gran argumento

Desconfiemos de las utopías nos alertan algunos filósofos, el más vehemente fue Nietzsche que desvela la muerte de Dios y que, paradójicamente, ha sido usado de forma infame para validar otras promesas utópicas, nuevas religiones. Puedo confesar que fui atea de closet por mucho tiempo hasta que en nuestro diálogo, con mis lecturas, me atreví a afirmar mi postura. Como contadora de historias me parece que encontrar coherencia y sentido en nuestra biografía debe bastar, pero es un trabajo difícil porque exige la reconstrucción constante del argumento y la fascinación por lo simple, por el prodigio de lo cotidiano, de la materialidad sin promesas ni salvaciones, la confección única del propio camino para compartirlo con el otro, con los otros. Una de las series que más disfruté este año es la serie documental Curiosity, tú me diste el primer capítulo ¿te acuerdas? Su título es provocador “Did god created the universe?” (¿Creó Dios el Universo?) El episodio abre así: “Hola soy Stephen Hawkings físico, cosmólogo, y algo así como un soñador, a pesar de estar atado a una silla de ruedas en mi mente soy libre”. La serie fue producida por Discovery Channel, cada episodio se centra en una preguntas o misterio que proviene de campos como el espacio, la biología, la geología, la medicina, la física, la tecnología, la naturaleza, la arqueología, la historia y la mente humana, las preguntas provienen del público que las plantea mediante la web, en cada programa una celebridad es invitada como conductor. Comentamos otros dos que fueron fascinantes: "Why is Sex Fun?" (¿Por qué es divertido el sexo? Conducido por Maggie Gyllenhaal, recuerdo que fue apasionante descubrir todas las proezas del orgasmo femenino: sus beneficios para la salud; el hecho de que las mujeres poseamos la virtud de desatarlos con el mero pensamiento, lo que reafirma que el órgano sexual más importante es la mente; cómo es que éste, que en un tiempo se consideró sin utilidad práctica, es importante para la fecundidad; y sobretodo, que nada hay más excitante para el sexo que el amor.

El otro, que me condujo a dos lecturas inolvidables, fue "How Evil are You?" (¿qué tan malo eres?) el actor y director Eli Roth recrea el experimento de Milgram que muestra la obediencia a las figuras de autoridad, mide la disposición de los participantes a obedecer y llevar a cabo actos que entraban en conflicto con su conciencia, el miedo a la disidencia, los lleva a ser malos. A los participantes se les hace creer que están administrando descargas eléctricas en un sujeto, las descargas van subiendo en intensidad, de los invitados al experimento sólo una mujer fue capaz de decir basta, los demás, aunque dudosos obedecían. El programa me dirigió al psicólogo Philip Zimbardo, a sus teorías sobre el mal y a la película alemana basada en su experimento donde alumnos de Stanford recrean una prisión y recurren a la tortura con lo que el experimento tiene que ser interrumpido. Luego llegué a sus disertaciones sobre el tiempo que nos invitan a pensar que cada ser humano asume el tiempo de forma singular.

Hawkins llega a sus conclusiones justo dilucidando entre el tiempo y el universo, da todos sus argumentos científicos para anular la idea de un creador. El episodio concluye con esta frase casi metálica que surge del aparato que media la voz del cosmólogo sentado en su silla de ruedas: “Cada quien es libre de creer lo que le plazca, para mí es claro que la respuesta es muy simple, nadie creo al universo, no existe un Dios, nadie dirige nuestra fe, esto me lleva a una realización profunda, no hay probablemente un final ni una vida después de la muerte, tenemos sólo esta vida para experimentar el gran diseño del universo y por ello, estoy extraordinariamente agradecido”. ¿No es sólo eso el gran argumento?

La fealdad

Milgram y Zimbardo dieron algunas evidencias de la condición humana, de la manera en que se actúa bajo la influencia de los grupos en los que se está, de las estructuras o patrones sociales y los discursos dominantes a los que tantas veces se refirió Foucault para describir los mecanismos de control y vigilancia. Al respecto me llamó la atención un hecho lamentable la última semana de noviembre y es que un futbolista del Club América, seleccionado nacional y ganador de medalla Olímpica golpeó a su novia, al menos es lo que ella declara pues a la fecha no se conoce el veredicto. La cuestión que me conmovió más que policiaca es mediática pues la víctima, una joven de unos veinte años, se presentó en el programa de radio y televisión de Maxime Woodsaid relatando la historia y mostrando las huellas de los golpes que le profirió el joven deportista.

Maxime es una de las reinas del chisme del mundo del espectáculo en la radio, su reputación es la de ser una persona que gusta del sensacionalismo y que tiene un público formado por amas de casa y mujeres que gastan el tiempo involucrándose en la vida de los vecinos, es una líder de opinión que no está en las preferencias de los jóvenes.

Lo relevante es que al ser subida la entrevista con la mujer golpeada a la plataforma de You Tube, que es vista por un público muy distinto que tiene el poder de opinar y refutar, observé un fenómeno que me sorprendió terriblemente, uno que me recordó esas reacciones en cadena a partir de patrones sociales a los que aludieron Milgram y Zimbardo con sus experimentos, pues al pie del video con la entrevista de radio se desataron cientos de comentarios despiadados, de una enorme crueldad y segregacionismo, escritos con una vehemencia capaz de golpear a cualquier interpretación ética de la vida moderna, donde nos comprendemos como racionales y tolerantes frente a la desigualdad en todas sus formas, en ellas, las de la mujer.

Si el hecho es terrible, la golpiza existió, más lo fueron los abundantes comentarios expresados por la audiencia de esos vídeos, un asunto de pos sí digno de estudiarse como propio de los nuevos medios y mediaciones; fue sorprendente leer comentarios de una crueldad, absolutamente fuera de toda ética por tres razones principalmente: la fealdad de la víctima en la percepción de la mayoría de quienes comentaron, el interés de una mujer que quiere ganar fama y la impunidad automática que se le otorga un triunfador. La saña con que se dijeron cosas, la violencia con que se expresó la visión masculina sobre la femenina en nuestra sociedad y especialmente el desprecio por la fealdad me dejan claro el complejo que tienen nuestros jóvenes por sí mismos y su gran admiración por patrones estéticos y culturales capaces de cometer un crimen con tal de fortalecer los ideales de belleza, fama y consumo, estoy seguro que en el fondo lo que predomina es el gran complejo y lástima que sentimos por nuestra condición real de fealdad, pobreza e indiferencia.

La muñeca fea y la transmedialidad

Recuerdo que cuando era niña no había canción que me causara más tristeza que la muñeca fea, me hacía llorar junto con la pobre abuelita que ya no quiere brincar sobre las camas, ambas situaciones me conmovían muchísimo. Recuerdas que en el curso interesantísimo de transmedia que tomamos este año teníamos que hacer un ejercicio justamente de eso y elegimos las canciones de Cri-Cri para hacer con ellas una serie de caricaturas y otros productos narrativos, me impresionó que muchos de nuestros compañeros, por supuesto más jóvenes que nosotros, ni siquiera sabían quién era Cri-Cri ni habían oído sus canciones. Esto que hablas sobre la fealdad me parece agravarse a partir de una suerte de conspiración tacita por hacer de la belleza, la juventud y el sexo la santísima trinidad moderna, y es que las tres desatan de forma hiperbólica el consumo, de tal suerte que el héroe moderno es un hombre o mujer entre veinte y treinta años con un físico espectacular, dinero por supuesto, y teniendo sexo desaforadamente, algo así como el Charly Harper de Dos hombres y medio, el estereotipo es tan sofisticado y perfectible que es inalcanzable, de forma natural sólo se tiene 19 años para vivir ese esplendor y se pasan los demás aspirando a llegar o a retener lo fugitivo. Y eso con respecto a la juventud, la belleza engendra monstruos como esta chiquilla Lindsey Lohan otro monstruo de esa carrera sin sentido. Era la Shirley Temple postmoderna, la crecieron pronto se enroló en una carrera sin fin de alcohol y bisturí, al grado de que hoy me resulta irreconocible, se parece a esas muñecas que se llaman Bratz con labios de colágeno ¿Será que las crearon para que desde niñas nos acostumbremos a la belleza plástica? Y cómo dice Pascal Bruckner a falta de Dios el hombre y la mujer actuales creen que el Paraíso esta a un orgasmo de distancia. Pero no, el amor no es religión, ni el sexo su santuario, el amor es un prodigio de empatía, deseo, confianza y disciplina por preservar a dos distintos que conversan desde un yo intransferible, el sexo es la celebración de ese prodigio. Tampoco es salvación y menos utopía, claro que puede haber sexo sin amor y amor sin sexo, pero no hay nada como el VTP que lo incluye todo. Los medios nos hacen sentir feos, me acuerdo que me enseñaste una foto de Demi More con fotoshop y sin él, no basta que la mujer sea una escultura a sus 50 años, encima le ayudan para parecer un fenómeno tipo Dorian Grey. Este ideal esta afectando nuestra educación emocional, nuestro disfrute de las etapas de la vida; para los griegos el dios más feo era Hefestos, un herrero talentosísimo que representa la artesanía, es probable que su aspecto provenga del maltrato que le propina su madre, se trata del único hijo que Hera, diosa de la fidelidad matrimonial, tuvo fuera del mismo, por tanto lo desprecia, lo patea y lo tira por las escaleras del Olimpo, lo que lo pone cada vez más maltrecho. Me pregunto si no será la faltad una falta de aprecio, algo mucho más profundo que el aspecto, la condición del rechazado. El afecto pone aprecio y valor, descubre aquello que de bueno tiene el ser. Gran mayoría de las narrativas medíaticas nos enseñan a avergonzarnos, a. Desear lo que no somos, un indolente, inmaduro y sensual idiota (aquel que no se ocupaba de los asuntos públicos, sino sólo de sus intereses privados) que no llegará a sabio, un ideal antiguo que consiste en dominar los deseos y alegrarse de la simple existencia. Hefestos, el más feo, se casa con Afrodita, la más bella, artesanía y amor dan como resultado al arte. Amar y amarse es un arte propio de sabios. La muñeca fea de la canción de Cri-Cri representa la fealdad del descuido, del abandono "Sus amigos no son los del mundo porque la olvidaron en ese rincón".

Transmedia, una nueva lectura

Sin duda uno de los más importantes hallazgos fue el descubrimiento del concepto, la teoría y especialmente la obra viva de la transmedia, que no es otra cosa que la convergencia de muchos medios para producir, transmitir y recibir mensajes, más aun es el recurso social predominantemente de las generaciones nativas digitales, para interactuar creativamente.

Las plataformas interactivas de la Internet 2.0 han propiciado una abundante producción de mensajes de todo tipo, con ello se gesta el surgimiento de una generación de comunicadores que paulatinamente está compitiendo con los grandes monopolios de la industria de los medios en cuanto a noticias y entretenimiento; las redes sociales dispersan información a gran velocidad gracias a la conectividad y a las plataformas como Facebook y Twitter.

En lo personal el tener consciencia sobre la transmedia y las formas en que se comunican los nativos digitales, me llevó a considerar la valoración que hacemos de las narrativas y de las generaciones de jóvenes que no leen o escriben como quisieran las generaciones de migrantes digitales, pero lo hacen desde su circunstancia y transmiten mensajes que tienen todos los ingredientes de la persuasión o de la comunicación humana a través de la historia y de las civilizaciones.

Se cree erróneamente que las formas de contarnos historias en la actualidad es inferior a la que tienen las letras universales, pero habrá que ver todo lo que tienen de creativo, de estético, de crítico como analítico y de convincente o persuasivo las nuevas narrativas porque en lo personal encontré una gran riqueza en las formas de expresión y las dinámicas de comunicación de la transmedia, esto implica estar más atentos a plataformas como Youtube, Twitter y Facebook, además de otras posibles, para estar dentro de la vida social contemporánea, de sus características y diferencias con las problemáticas y las comunicaciones del pasado. Me queda claro que es necesario abrir criterios y apreciar la multiplicidad de narrativas que ofrecen los medios contemporáneos para los artistas, periodistas, animadores y personas comunes para expresar sus ideas y sensaciones.

Sin saberlo hice un ejercicio transmedia, desde que me topé con internet escribo sobre este medio, sobretodo sobre la red social de facebook, es una colección de textos que llamé Crónicas de facebook y que han dado cuenta de mi asombro sobre el uso de estas nuevas maneras de vincularnos. Las sometí a un congreso en París y me citaron para hablar del tema, no hubo forma de llegar hasta allá así que hice un video de mi presentación. Mi idioma es el español, mismo en el que escribo, el idioma del congreso era inglés, hubo que traducir, no pude asistir y traduje o convertí mi participación en un video, la sensación es de que me fui diluyendo entre los medios ¿qué habrán entendido esos franceses? Mi reflexión es que el paso de un mensaje entre tanta mediación va perdiendo sustancia y quizás, el esfuerzo de entendimiento por parte del receptor, reconstruye un algo que probablemente no se parezca en nada al producto original. Vivimos entre versiones, atrapados en nuestras lecturas deficientes. Tal como he relatado este año me apasionó entender los mecanismos de pensamiento, la memoria y la percepción temporal, de ello se desprende que siempre estamos mediando que aquello que llamamos realidad o verdad, esa que tanto obsesionó a los filósofos clásicos, es una obra de reconstrucción que se interioriza a partir de nuestros sentidos y se mezcla con nuestras expectativas, contexto y recuerdos. Sin embargo, unos de otros no somos tan distintos, amamos, soñamos, nos aburrimos o nos aventuramos en argumentos similares.

Microquimeras

Al estar conectados en redes ya sean cibernéticas o tradicionales, miramos al otro y advertimos mucho de lo que somos en él, podemos comprender motivaciones aun cuando nuestra historia se dibuje hacia otro derrotero. Todos los organismos humanos, poseen células con una vida comparable al ciclo de nacimiento, crecimiento o desarrollo y muerte. La vida de un solo organismo humano está construido de una multitud de vidas simultáneas, bien articuladas y motivadas por la misma consigna: subsistir. Uno de los descubrimientos más poéticos de nuestra conexión es la de que en el cerebro de un organismo se han encontrado células de otro, esto es común entre madres e hijos, pero escala una generación más, hay individuos que llevan dentro de sí células que fueron de la abuela. Se creé que se transmiten mediante el cordón umbilical o a la hora de amamantar. La condición es conocida como microquimerismo aludiendo al monstruo griego Quimera. Pero qué es una quimera, es un animal híbrido con cuerpo de cabra, cola de serpiente y cabeza de león que simboliza la fantasía y la ilusión. Perseguir una quimera es pretender atrapar lo imposible ¿Será acaso un imposible pretender la comunión completa? ¿Sería monstruoso compartir una sola "verdad"? Y sin embargo pequeñas partes de nuestros antepasados pueden habitarnos, especulo que quizás la ciencia no sabe que los amantes deben compartir partículas de sueños que se transmiten entre besos y verso o los amigos se pasan como virus aficiones antes desconocidas, que se vuelven compartidas. Entre medio y medio algo se pierde, pero de un hombre a otro, algo se gana. Estamos conectados.

Las palabras

La película The Words por su título en inglés, que tanto me recomendaras, me llamó la atención en varios sentidos y en mucho me recordó el cuento de Edgar Allan Poe que leímos “El poder de las palabras”, especialmente por la obsesión que existe por parte de alguno de los personajes de ambas historias por la verdad y en ello el poder de las palabras para crearla, porque finalmente las palabras no son en sí la realidad, sino una ficción que la refriere.

En las palabras hay varias historias entremezcladas donde los protagonistas son escritores, esto es productores de palabras, cuyos anhelos están en contar historias que no pueden o no saben contar y sin percatarse de que ellos mismos son la mejor historia que tienen para contar, que en ello está el secreto de la realización artística y de vida, en reconocer que son los protagonistas de una ficción que producen cotidianamente en su realidad. Son personajes que se ven agobiados por una necesidad que comprende no únicamente quien busca el reconocimiento como escritor, sino toda persona que desea ser escuchado en sus verdades como en sus mentiras, pues al fin este último dilema queda claro cuando en la trama todos los personajes conceden un alineamiento social para poder vivir, a la mentira como a la ficción, contrario al mito de la verdad.

Un rasgo interesante de la película es que son varias historias que se refieren a una gran historia que se mantuvo oculta, y que resultó un gran éxito, pero nunca sabemos lo que pasó en la historia porque lo que importan son las otras historias que siempre están circundando a una que parece la central y que no lo es necesariamente, porque lo son también todas las demás.

El argumento de The Words alude a la realidad y a la ficción o a la verdad y a la mentira en su delgado y tenue límite, así como al peso que tienen en las decisiones y en las consecuencias de la vida de las personas, no nada más de quienes escriben. Las palabras son siempre una ficción porque no son la cosa en sí, sino un referente que la expresa, la obsesión por las palabras lo es en mucho por la narración y ésta es al fin, una traducción de la realidad en lenguaje y sentido, de aquí que el que describe una realidad o una ficción tiene la misma materia prima para componer una obra semejante, esto es, una historia que se habrá de percibir en la producción o en la lectura como objetiva o como ficticia, aunque sea siempre lo mismo, esto es, otra cosa que la realidad que describa, no la realidad, más bien una ficción.

La vida simple se convierte en una historia compleja, no hay héroes ni tampoco villanos, se narra a través de personajes que carecen de alguna sofisticación o de alguna virtud; no se mira a ningún virtuoso, pero tampoco a ningún inmoral, son personajes comunes con vidas comunes en las que están inscritas las tragedias de la cotidianidad como el amor y el desamor, la aspiración a la producción artística y la frustración frente al rechazo, la búsqueda de la verdad y la moralidad; lo trascendente de la historia es la intrascendencia de las situaciones y de los personajes.

Creo que hay, como en la vida misma, una visión nostálgica predominante y que es un buen ingrediente para sazonar a una narración dramática que propicia una atmósfera agradable al lector, que por cierto, se ve sensualmente representado por una joven mujer que es la interlocutora del autor de las historias del escritor plagiario y el viejo, ella me parece el arquetipo de una apasionada lectora que no se conforma con las palabras escritas sino con las que el propio autor dice al ser seducido o interrogado por su audiencia que pide exigente conocer la verdad detrás de todo relato; ella es la materialización del anhelo del autor, la manifestación del encanto que le expresa el admirador de su obra, aquel sin el cual las historias perderían el sentido esencial que está incorporado por el hecho de ser producidas para leerse.

Terminamos toda mediación con palabras, el medio que nos hace humanos. La película The Words, en español El gran secreto, me sedujo de tal modo, que quedé contenida hasta procurar que los que quiero, mis amigos, mis hijas, la vieran para poder compartirla. Hay una cierta necesidad de lectores por compartir, por reescribir mediante el diálogo, la obra artística que nos ha seducido, hacerla propia, adueñarse como se adueña uno del amante. Somos lectores de la realidad, siempre precarios, siempre equívocos, compartimos versiones con la codiciosa idea de que el otro alumbrará, entre la nebulosa percepción, un ángulo nuevo, encontrará un diamante o una chispa que no habíamos advertido. La película The words es fascinante en su simple complejidad, la construcción en abismo de un escritor que escribe, sobre un escritor que escribe o transcribe la obra de un escritor, un lector que se confunde con el escritor, un lector que reescribe y se apropia de las palabras de otro. "Pero no se pueden robar las palabras sin asumir con ellas su dolor" dice Jeremy Irons en la cinta. Es el personaje que encarna este actor, el germen del mal, el escritor más puro que condena su vida por amar más a las palabras que cuentan su historia que a la vida misma, todos los personajes ahí expuestos se envenenan de palabras. Las buscan, son el el arma para seducir lectores, para contar, para encontrar el sentido de sus vidas, que sin palabras, enmudecen ¿Quién miente? ¿o es acaso la mentira la que mejor cuenta la verdad? Dentro de un manuscrito olvidado, un escritor labra su propia historia, con el dolor inmenso de la palabra propia; otro aspirante a escritor que habita las páginas de un libro, se encuentra el manuscrito y se adueña de la palabra ajena porque supo contar mejor lo que sentía y no supo cifrar; otro escritor en una pantalla de cine cuenta a sus lectores sobre ese libro que contiene a los dos primeros; y dos espectadores dialogan sobre ello a partir de una moderna epístola de luz en otra pantalla y escriben las palabras para acercarse un poco más.

 
 
 

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