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Regina Freyman

MSN: una ventana en vivo al cielo

Estimados señores de etcétera:

Reciban esta misiva como un acto desesperado de quien busca a un desaparecido que me prometió estar en el cielo, la tierra y el chat ¡Por favor ayúdenme a buscarlo antes de que se acabe el último vestigio de fe!

Pero he de comenzar por el principio para buscar su empatía y que no me tomen por loca. El mundo del Internet es relativamente nuevo para mí, soy una mujer de más de 45 y entré a esta dimensión poco a poco, el entusiasmo me ha ido ganando, me considero ya una nativa digital. En un principio sólo usaba el mail y aquello del chat me resultaba impersonal, no me es fácil entablar una larga conversación telefónica así que estar escribiendo signitos en una ventanita para manifestar emociones me resultaba pichicato e intimidatorio. Sin embargo una mañana en mi cuenta de Hotmail recibí una invitación para chatear con un tal Dios ¡Qué arrogancia usar de Nick el nombre de dios, es peor que hacerlo en vano! El asunto me intrigó y busqué un nombre, no di mas que con la cuenta de correos: jesús_masiosare@hotmail.com. Mi curiosidad creció y acepté platicar con él. Este fue mi primer mensaje:

¡Hola Diosico qué bocón eres, mira que ponerte ese nombre!

Y ésta fue su respuesta:

Cuando no podamos ver el rostro de Dios, tengamos confianza bajo la sombra de sus alas. Charles H. Spurgeon

A partir de ese día se limitó a enviar frases célebres que poco a poco fui identificando como una suerte de premonición sobre el día. Desde luego jamás he pensado estar en contacto con la providencia ni nada por el estilo, pero me caían en gracias sus mensajes y les fui encontrando sentido. En el tiempo que compartimos mi vida cambió mucho, mi marido murió y me sentí desolada. No soy del tipo de personas que le guste hablar de sus penas y menos inspirar compasión, me considero un tanto hermética y hasta estoica en mirada pública, quedé con un hijo pequeño, tres años, por quien no debo comprometer mi alegría, así que traté de sobreponerme.

Cada noche y cuando Fernando (mi hijo) se quedaba dormido, vertía mis palabras en la ventana de mi amigo dios.

El primer mensaje fue una forma de reclamo. La verdad mi ira era incontenible:

Cómo creer que existe un dios si es capaz de dejarme sola a mí y a un chiquillo. Eso es una cabronada!!!

No esperaba respuesta era sólo un modo de desahogo. Nunca preguntó nada, se limitó a responder:

La muerte es algo necesario e imposible. Necesario, puesto que toda nuestra vida lleva su marca, como la sombra proyectada por la nada.

Dormí furiosa, cómo era posible que no me hablara del paraíso, de la fe. Desperté de madrugada con un enojo aún mayor y rumiando una respuesta. Seguí mi día como de costumbre pero con cierta alteración que no me permitía pensar más que en el ritual de dormir a Fernandito y contestarle a ese extraño sujeto. Pasé hora tecleaba y borraba sin atreverme a decir algo concreto, me limité a escribir:

Sí te crees dios responde ¿Qué carajos es la muerte?

Hay dos posiciones: quienes dicen que la muerte no es nada, y los que afirman que es otra vida, o la misma vida prolongada, purificada, liberada... de cualquier modo el misterio no desaparece.

Sus respuestas me desorientaban pero me hacían pensar y en esos pensamientos, en ese encuentro cotidiano fui hallando consuelo. Una emoción cotidiana fue acallando mi ira. Nuestras conversaciones eran escuetas, una frase o dos, eso bastaba, cada palabra suya estallaba en mí, más aun por lo sorpresivo de sus respuestas que se alejaban de toda idea que yo tenía de la religión, baste como muestra esta última que conservo como su último rastro antes de su desaparición:

Yo pertenezco a aquellos para quienes la nada es más probable que el Cielo. La muerte de mis allegados me inquieta menos que su sufrimiento. Ni yo ni nadie podemos hacer algo, sólo tú, el duelo es un trabajo personal que requiere tiempo necesario para reconciliarse con la vida. Si quieres amar la vida, prepárate para aceptar la muerte. Es la única forma de permanecer fiel a la vida hasta el final.


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Lo cuestioné muchas noches más, pero no volví a obtener respuesta, su desaparición coincide con el anuncio oficial de Microsoft de retirar su servicio de Windows Live Messenger para unirse con Skype. Hoy que comienzo a sentirme bien siento la tristeza de que mi amigo haya desaparecido ¿Será que dios no quiere que vea su rostro? Por favor, apelo a ustedes para encontrar respuesta

Atentamente Desolada

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