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Regina Freyman

El gran teatro del mundo

No olvides que es comedia nuestra vida

y teatro de farsa el mundo todo

que muda el aparato por instantes

y que todos en él somos farsantes;

acuérdate que Dios, de esta comedia

de argumento tan grande y tan difuso,

es autor que la hizo y la compuso.

al que dio papel breve,

solo le tocó hacerle como debe;

y al que se le dio largo,

solo el hacerle bien dejó a su cargo.

Si te mandó que hicieses

la persona de un pobre o un esclavo,

de un rey o de un tullido,

haz el papel que Dios te ha repartido;

pues solo está a tu cuenta

hacer con perfección el personaje,

en obras, en acciones, en lenguaje;

que al repartir los dichos y papeles,

la representación o mucha o poca

solo al autor de la comedia toca.

Francisco de Quevedo

Sofía estaba inmersa en la lectura de la obra de Calderón de la Barca que la maestra Jose les dejó analizar. Le conmovía la idea del mundo como escenario, Dios de director y los mortales dispuestos a representar el papel asignado. Hay cosas simples que la conmueven, la idea de vidas múltiples, de posibilidades paralelas, el maestro Argimiro en la clase de física habló un poco sobre algo que llaman física cuántica y que establece que varios escenarios son posibles y simultáneos, la mirada de un sujeto que elige un punto para mirar verifica o selecciona una sola posibilidad, con ello las demás parecen evanescentes como el humo pero no es así, subsisten como fantasmas que esperan a que la mirada cambie o quizás alimenten otras miradas también posibles. Burbujas de jabón que salen de la misma pipeta guardan una circunferencia idéntica pero cada una flota con aire distinto y obedece rutas diversas. “Los mundos paralelos amenazan con chocar, están apenas a unos átomos de distancia” Dijo Argimiro con su voz adormilada y su mirada perdida quién sabe en qué galaxia. Todo eso se enredaba en la lectura de Sofía cuando su amiga Isabel la llamó como a las 7 de la noche.

--Sofie alístate Juancho me plantó para lo del teatro y me sobra un boleto, acompáñame.

--Sale pues pero pasas por mí, ni de chiste me van a dejar salir sola a esta hora.

--Mil gracias, sé que te daba un poco de hueva ir, te debo una…

--Va.

No se movió de la cama, las palabras de Calderón la atraparon un rato más hasta que, sin notarlo, fue el claxon la que la trajo de vuelta a este mundo. No se quitó los anteojos a pesar de que no le gusta mucho salir con ellos, se puso el abrigo y ni siquiera se peinó. Mientras bajaba la escalera su memoria como relámpago le alumbró la causa de su primera negativa a ir a ver la obra de la escuela. Había oído que el niño que le gusta iba a ir, tal vez con su familia, tal vez con otra chava. La verdad no quería que dos mundos apenas separados por unos átomos, chocaran. Los príncipes no tienen familia, andan libres a galope con la espada lista para vencer obstáculos ¿Sentía celos? Creía que no necesariamente, aprensión, alguna extraña forma de posesión que más bien prefiere que ciertas zonas queden a la sombra, que no se disipe el misterio que uno puede llenar como si fueran casillas de crucigrama pero sin términos exactos, como constelaciones o nubes a los que la mente se da licencia de adivinar.

Subió al coche de prisa, saludó a Isa y le dijo que quería sentarse atrás y salir antes que todos, pretextó sus habituales visitas al baño y la rigidez de sus padres. Isa accedió la verdad eran peticiones insignificantes.

En el teatro y sin luz pensó en el teatro como un gran espejo que deforma o la vida, no es posible la translación, pero es lícito jugar a ser otro, es un mundo alternativo inmerso en el primero como las muñecas rusas que contienen a otras, y dentro del escenario hay cabezas distintas que representan ese mundo concibiéndolo distinto, en su mente las palabras de un guionista jugando al Dios. En cada vida de cada espectador un protagonista escribe, percibe y acomoda las experiencias como la mirada que da forma a las nubes fugitivas, tantas posibles lecturas sentadas juntas en un mismo recinto.

No pudo atender muy bien la obra, Sofía se había quedado en casa, sus ideas gravitaban como planetas en torno a una obra de teatro que despertó la especulación de mundos paralelos y la aprensión de que dos mundos chocaran. Por qué tener tan sólo un mundo cuando la realidad es la fractura de un espejo que presenta visiones diversas, ángulos contrarios, complementarios, distantes.

No, definitivamente no quería encontrar al niño que le gusta, ella llevaba un libro a cuestas, él a una familia. Se levantó al baño en tres ocasiones, en estado de alerta caminaba entre las filas ¿Y sí por casualidad le pego en las rodillas? Eso nos obligaría a mirarnos y pom los mundos chocan. Unas rodillas, otras y nada…Alivio. La luz del baño la dejó medio cegatona, se sentó en el excusado, a medida que la pipí salía tibia su cuerpo se relajaba, había logrado salir airosa de la travesía. Al subirse los calzones se puso de nuevo el recelo, como el buzo que sabe que con el visor y el traje se arriesgará en las profundidades. Surcar entre gente, librar pasillos, ¡ahh los pinches vendedores que no entienden que las ventas dentro de la sala faltan al respeto al espectáculo! Bufff se deja caer en la butaca exhalando ¡Très bien! en francés porque se acordó de Jaques Costeau narrando el peligro de los mares, otro mundo dentro del mundo.

Hay una causa que da sentido a la frontera, incluso los conjuntos llegan a bifurcarse pero sólo por un extremo y entonces surge otro mundo, sería horrible un mundo voraz que se traga a otro, es la coexistencia una suerte de prestidigitador, un sutil arte que lanza las bolas idénticas al aire, no deben caer, ni chocar. Sofía hace del suceso una aventura peligrosa pero divertida, saberse cerca pero invisibles, ella y él en el mismo cuarto, ante el mismo espectáculo, pero en mundos distintos que no se deben ni siquiera rozar. El telón cae, la hazaña se completa con éxito, sube al coche, llega a casa se quita la ropa, pone el tocadiscos y sueña tranquila con el niño del colegio. Que al fin la vida es sueño y los sueños… ¡El reporte de la clase de literatura es para mañana! Había otra razón para no ir al teatro.

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