Con ilusión camino hacia un bar por las calles de Santander, su vegetación es convergente, boscosa casi selvática que convive con la costa, arrecifes rocosos que recuerdan novelas románticas, al tiempo una espectacular ciudad mezcla de barroco, gótico y arquitectura moderna dan marco a esta caprichosa geografía. Mi entusiasmo es singular porque veré la final de la copa europea donde España amenazas ser tricampeón, cómo no festejar con ellos. Por otra parte estoy a unas horas de conocer los resultados de las elecciones en mi país, mi ilusión en ese caso se vuelve recelosa. Un partido de que proclamará a un campeón; una elección que dirimirá a favor de un partido.
El filósofo español Julián Marías tiene un hermoso tratado sobre la ilusión, señala que es el español la única lengua que otorga a este vocablo la acepción de “alegría o felicidad que se experimenta con la posesión, contemplación o esperanza de algo”. No es lo mismo a «ilusorio» «ilusionante» o a ser un «ser un iluso». La ilusión está en la frontera de la imposibilidad, pero toda frontera tiene dos lados. La imaginación, visión a futuro, es el ámbito que la ilusión habita, los españoles padecen desánimo por su economía, antes de la Eurocopa, Vicente del Bosque, entrenador del equipo, no quería que el fútbol cargara con la responsabilidad de aliviar las penas de España deprimida. Pero aquel futbol tachado en principio de aburrido, dio muestras de espectacularidad, juego de equipo y sobretodo estar integrado por jóvenes que no pierden la ilusión, eso último se hizo patente con el impensable cuarto gol, demuestra que un héroe se arriesga hasta el último segundo, no se conforma aún cuando tiene la victoria, menos falta al respeto a su oponente con la conmiseración de bajar su nivel de juego. Los Españoles entienden de equipo y Torres se sacrifica por su equipo, el bien mayor sobre el bien individual, permite que Mata rematé y gane el Pichichi. “El deporte es un síntoma de la modernidad de nuestro país”. Dice Del Bosque, y lo acompaña con dos frases que también me llevo como suvenires en la maleta: “Hay jugadores que dan seguridad y otros que llegan”. “Mis jugadores han demostrado que pueden jugar al fútbol sin pegar patadas, que pueden perder con dignidad”.
Lo anterior me regresa a mi país, si algo aprecio de la historia reciente es el crecimiento del interés por la participación política, estamos entendiendo que ser ciudadanos es un estatus que se gana. México hoy es habitado por personas cada vez más informadas y más participativas, tendríamos que incorporar, para seguir esa ruta algo de lo que Del Bosque atribuye a su equipo, todos jugamos, hay quienes lo hacen dando seguridad y los que llegan, pero no hay patadas y para ganar hay que aprender a perder con dignidad. Si el hombre fuese solamente un ser perceptivo, atenido a realidades presentes, no podría tener más que una vida reactiva, no habría proyección, elección y por tanto tampoco habría libertad. No importa quién gane las elecciones, como dije alguna vez no creo que un partido o un candidato rescaten milagrosamente o hundan deplorablemente a mi país en un sexenio, pero no hay destino posible di la ciudadanía pierde la ilusión de participar en la construcción del país que todos queremos, todos perdemos si los jóvenes ilusionados de mi país que son millones más de 132 de todo credo, y filiación política, perdieran la ilusión y acudieran a las patadas.
Para que persista, debe haber continuidad, cuando el hombre, decide «dar por visto o sabido» el mundo, se instala en la vivencia del «ya sé», la ilusión se pone el abrigo “de” y se torna desilusión.
Estoy en clase de argumentación ética aprendiendo sobre falacias o trampas de la argumentación, por la mañana encontré en El País un artículo de Adela cortina que se intitula “Ética en tiempos de crisis”, al margen de las circunstancias la ética nos obliga siempre y habría por principio que recordar dichas falacias antes de externar nuestras emociones y opiniones por el resultado de hoy:
%uF0B7Presentación inadecuada del punto de vista del contrario
%uF0B7Prejuicios
%uF0B7Generalizaciones abusivas
%uF0B7Medias verdades y medias lógicas
%uF0B7Conexiones o relaciones confusas
Jugar limpio, opinar dignamente nos invita a la tolerancia lo contrario nos divide y lastima.
Adela Cortina nos recuerda en su artículo la historia de un anciano Cherokee que contaba a su nieto la lucha que se desarrollaba dentro de sí mismo. Metaforizaba su división como si lo habitaran dos lobos...
"Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.
l otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto".
Cuando el abuelo termina, el silencio obliga al nieto a reflexionar y pregunta: "¿Y qué lobo ganará?"
El anciano responde: "El que yo alimente".