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Regina Freyman

Per-versiones utópicas

“Cuando se trata de controlar a los seres humanos no hay ningún instrumento mejor que la mentira. Porque, verás, los seres humanos viven de creencias. Y las creencias pueden ser manipuladas. El poder de manipularlas es lo único que cuenta. "

Michael Ende, La historia sin fin

I. Utopía y salvación

Es difícil saberse vivo para la muerte, esa es nuestra tragedia ¿Cómo entonces buscar la felicidad cuando la conclusión siempre es la misma? Vivos para la muerte, racionales llenos de pasiones y carencias. Un organismo que es vida y, por tanto, su misión es perdurar a sabiendas de que la batalla es temporal y la victoria no existe ¿Hay salvación? Los hombres la buscan de dos modos: religión y filosofía, dos formas antagónicas de abordar el problema. Antes de explicar esas rutas de consolación habrá que saber que muerte no es sólo finitud absoluta, el dolor se esconde en la ausencia, en la pérdida cotidiana de saber que no volveremos al instante perdido.

Religión y filosofía surgen de los mitos, esas reflexiones pioneras que dieron por lo pronto tres grandes hijos: la religión, la filosofía y por supuesto, la narrativa.

La primera, exige fe, no hay que dudar, Dios te salvará, promete un Paraíso tras la muerte y, por tanto, es una fe de la mortificación, no existe felicidad en esta tierra. Supone también humildad, contraria a la arrogancia y la vanidad de la filosofía. Todo pensamiento libre es una forma de soberbia.

La filosofía no pretende salvarnos del destino finito, se conforma con sanar la angustia que la muerte inspira y nos urge a hacerlo sin intervención divina, a partir de nuestras propias fuerzas con la sola ayuda de la razón. Invita a usarla para adentrarse en el terreno sinuoso de la duda, prefiere la lucidez a la ilusión, la libertad a la fe.

La narrativa, al parecer, no tiene más intensión que entretener, pero la buena narrativa trasluce grandes verdades humanas que logran ser una filosofía, un cosmos, un orden y un sentido.

Pero las fronteras son difusas y la religión hereda del idealismo platónico la noción de la idea perfecta e incorruptible, de ella emanan sombras imperfectas. Borges construye su mundo literario en torno a eso. Nos muestra el ridículo cuando supone un mapa perfecto y pormenorizado de una región, un plano que suplanta la realidad, la con”fusión” misma de materialidad y representatividad: el absurdo.

Confiesa Moro que su lugar: Utopía es un no lugar, es el mapa, los planos de un ideal; lo mismo hace San Agustín cuando supone que el lugar perfecto debe llevar a Dios en el nombre, con eso nos regala un guiño, se trata de un lugar fuera del mundo. Platón en su República, no toma distancia, pretende la limpieza y la imposición del orden. Es, quizás, el primero que intenta calzar el mapa a la región.

Las distopías nacieron después como respuesta al miedo de esa sinrazón. Los más famosos Orwell y Huxley describen la pesadilla de imponer el espejo, de vivir en El país de las Maravillas. Neil Postman, en su libro Amusing ourselves to death: public discourse in the age of showbusiness (Entreteniéndonos hasta la muerte: el discurso público en la era del espectáculo) señala en su primer capítulo “El medio es la metáfora” que el horror de la ficción de Orwell, aparentemente, murió cuando cayeron los regímenes totalitarios, pero el Mundo feliz de Huxley se extiende poco a poco. Para mí da en el clavo, la implementación de la per”versión” utópica no es posible vía la imposición, es menos perdurable que los imperios de la seducción ¿qué es la metáfora sino la seducción del lenguaje?

Alicia se fuga, lo mismo hace un viajero, toma su mapa y sigue un recorrido. Suspensión momentánea. Alicia ¿Sueña o imagina? Juega. Existen utopías que se sostienen a partir de la fuga, que nos alienan a partir de la seducción, como si fuera una travesura. Si me acompañas en este recorrido prometo llevarte a “The happiest place on earth” Disney (metáfora y metonímia), que como diría Jean Budrilliard es:

…un universo extrañamente parecido al original -las cosas aparecen replicadas por su propia escenificación. Como Disney World que es un modelo perfecto de todos los órdenes de simulacros…Se cree a menudo que este 'mundo imaginario' es la causa del éxito de Disney, pero lo que atrae a las multitudes es, sin duda y sobre todo, el microcosmos social, el goce religioso, en miniatura, de la América real, la perfecta escenificación de los propios placeres y contrariedades.

Siguiendo los caminos de la ilusión y la narrativa es pertinente hablar sobre el cuento folklórico, un pariente más directo de las utopías de la imaginación. Desde el periodo megalítico los hombres nos entretenemos con historias, la gente común de manera oral intercambiaba sucesos y visiones de mundo que se transformaron en cuentos, estos, viajaron de boca en boca sumando características individuales, regionales o temporales.


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II. La vida o puros cuentos

El cuento como vehículo asumía versiones distintas en cada representación , el orador y su auditorio tenían un papel activo en la creación del mismo. Su germen eran las tradiciones, rituales, hábitos y leyes de la sociedad en cuestión. Con el tiempo, la aparición de la imprenta y de una opinión pública, monopolizó la expresión cultural, el cuento del pueblo se transforma en el cuento maravilloso que se fijó en libros lo mismo que los valores de la nueva sociedad capitalista. Plantean las relaciones del niño a los grupos que le otorgan pertenencia: familia, amigos y, finalmente, la búsqueda de la pareja. El cuento maravilloso traicionó al pueblo y se volvió el transporte ideológico de la clase dominante.

Dos son los caminos que dividen al tradicional cuento del pueblo, uno se transforma en pieza comercializable y otro rescata su origen trasgresor y revolucionario con los autores de corte fantástico como Poe o Hawthorn. Actualmente, existen cuentos maravillosos que rescatan la idea de representar valores de la sociedad y buscan la empatía con el protagonista que solía representar al sector social más desprotegido (los cuentos de Rohal Dahl e incluso algunas películas de Pixar) pero, no por ello, dejan de cumplir con objetivos comerciales. No podemos especular conspiración de brujas en el poder, la verdad es que el cuento se volvió mercancía por el mismo sistema capitalista que lo produce. Los medios, desde la fotografía hasta la televisión, han recreado, reconstruido y parodiado estas historias, con la ventaja sobre la industria editorial de lograr el simulacro de representar el punto de vista de la gente misma.

La seducción de estos relatos se prueba en su sobrevivencia histórica, Walter Disney con un toque de gran creatividad y una sorprendente visión comercial, las usó como materia prima logrando el simulacro de hacerlas propias al borrar en la noción colectiva sus antecedentes primitivos. El mundo Disney “The Happiest Place On Earth” surgió, a la inversa del mapa borgiano, como un intento de hacer crecer la metonimia e imponerla en la realidad, sus parques temáticos son un intento utópico, un paraíso de cuento que conquista por igual a niños que a adultos y, a grados tales, que sus Príncipes y Princesas, sus villanos y sorpresas se escapan contaminando la realidad. El mundo se Disneyfica.

III. Disneyficación

El término apreció en el libro The Cultures of Cities (1996) de Sharon Zukin, fue popularizado por Alan Bryman en un libro de 2004 The Disneyization of Society. Describe la transformación de alguna práctica u objeto social para parecerse al mundo de Walt Disney. El fenómeno no sólo consiste en el condicionamiento de roles, la homogenización del consumo, la mercadotecnia y la conducta estereotípica, llega incluso a la Disneyficación de los espacios urbanos que es explorada en Tearing Down the Streets: Adventures in Urban Anarchy de Jeff Ferrell. El autor resume esta metamorfosis de los espacios a través de las siguientes características:

Imponer a un lugar u objeto, una temática o idea rectora: la ciudad literaria, la ciudad medieval, etc, plagada de una colección de negocios u oportunidades de comercialización establecidas en un solo lugar, donde los empleados y servidores públicos deben ser, no sólo proveedores de servicio, sino tener actitud y aspecto de artistas. Se puede llegar a una ciudad europea o a un pueblo latinoamericano, el café será Starbucks, el uniforme Gap, etc. La parodia de Shrek 2 es de una exactitud asombrosa.

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