Daniel lloró, una sombra corría por la caverna, cada vez que Milena y él se acercaban desaparecía. Platón se había convertido en sombra. Milena sentía horror y el dolor de no volver a ver a su amigo le desgarraba el estómago como si cientos de clavos se revolcaran, llorar no servía de nada. Interrogó a Daniel sobre las intenciones de Platón. Sabía que le gustaba anticiparse, planear bien los juegos, algún comentario sería indicio de esq broma espeluznante.
--Últimamente hablaba de viajes en el tiempo, quería construir un TARDIS como el Dr. Who para llevarle un recado al hombre que será, como no encontró cabina telefónica cercana estaba necio con, al menos, mandar el mensaje. Quizás este sea su túnel del tiempo o algo así...
--- No digas tonterías, ahora lo creerás capaz de viajar en el tiempo, es un tarado que le encanta estarnos provocando. Seguro esas sombras las proyecta desde algún sitio, ya ves que su papá trabaja en el cine, seguro le robo un proyector. Es muy tarde, no me iré hasta encontrarlo.
--Soy un encantador de serpientes-- dijo la voz impostada de Platón que se oía como grabación, le encantaba hacer voces para imitar personajes, de entre ellas, la voz de ultratumba era su predilecta, Milena y Daniel la conocían bien, esta vez sonaba extraña, más solemne que de costumbre-- El tiempo es una serpiente larguísima que adormezco con la mirada y la tonada de mi flauta-- la música intervino y quedó de fondo-- la serpiente avanza o retrocede según mi capricho, se vuelve lenta o rápida, controlo al tiempo soy su Señor. Puedo viajar al pasado o al futuro, resolver las vidas ajenas o entorpecerlas según me plazca. El presente es mi plataforma, la cesta desde donde mi serpiente danza...
Días antes Platón conversó con Daniel:
--Sabes qué Daniel
--Ya vas a empezar con tus ideas.
--Sí, déjame decirte, el futuro existe sin que exista porque lo que pasé allá, estará conectado con lo que pasa ahora o lo que pasó antes...
--¿Y?
--Tú siempre con tu ignorancia, me vale, no me quieres entender, lo acabo de ver en “La dimensión desconocida” anoche en la televisión, me aclaró un buen las cosas, escúchame esto porque así es. Desde el mañana volveremos al pasado, nuestros adultos, los que seremos, tendrán gran preocupación por volver al ahora.
--¿Cómo crees?
Daniel se aburría con Platón, esas pláticas le pesaban, prefería hablar de sus amigas, sus aviones o sus inventos. Platón en cambio fantaseaba e inventaba aventuras, le gustaban las historias fantásticas realizadas en la vida real aunque también usaba distintos medios para contar sus relatos, como la grabadora de carrete portátil de su padre o la cámara de cine y foto, las tomaba sin permiso. Usaba papel para dibujar historietas, organizaba obras de teatro o excursiones a los terrenos cercanos a su casa para conocer cuevas, arroyos y lagos.
Platón en realidad se llamaba Elías Borje, desde pequeño una tía le apodó así. Elías se hizo adulto y se sentía como nunca pero no estaba completamente satisfecho, se sentía vacío, aunque no era infeliz; entonces un programa de televisión de un asesino en serie que mataba asesinos, un vengador anónimo, héroe malvado pero ético aunque amoral, fue el puente que lo conectó con su infancia que hacía tiempo que no recordaba. Como adulto desconocía lo que esa etapa le significó para el tiempo en que estaba viviendo. Se dio cuenta que el niño que había sido estaba en el olvido, abandonado.
La señora del video club le había recomendado la serie, era una mujer experta en el tema de la televisión más que del cine o de la literatura, aunque también eran su pasión. Elías no supo en qué momento comenzó a platicar con la dueña que era una mujer madura pero joven y atractiva para su edad. Tendía a ser muy platicadora, ese era el éxito de su negocio, sus clientes salían fascinados con sus recomendaciones y trato. La serie del asesino creó una primera conexión; ella hablaba mucho de su infancia, de lo que vio de niña en la televisión, en el cine, de sus juegos.
--Si usted cree señor Borje que lo ha visto todo, no va a creer lo que pasa con esta serie ¿A usted le gustaba “La dimensión desconocida”? Porque yo vi todos los capítulos aunque en mi época ya eran viejos.
--No me diga, siendo niño vi el estreno de cada temporada. Conversaron un buen rato que llevó a Elías en un viaje al tiempo olvidado. Platón pensó mientras conversaba con “La Güera”: --Me encontré desde el más allá del tiempo a una amiga de infancia que jamás pude conocer, en el futuro viví historias que me hicieron falta vivir en el pasado, más bien reviví.
--Daniel sí sabes que al presidente Kennedy lo mató Johnson y que a Boby lo mató Hoover;
--Sabía, pero la verdad no me importa, los mataron porque ellos querían que los negros fueran iguales a los blancos, lo que pasa es que los gringos no quieren vernos así, se sienten superiores, mi jefe dice que en unos años vamos a ser más poderosos que ellos y que le vamos a quitar el territorio que nos robaron por culpa del traidor de Santana.
--Sabes qué Daniel
--¿Qué?
--Me gustaría tener el túnel del tiempo y salvar a los Kennedy, creo que si ellos vivieran el mundo estaría mejor, mi papá está seguro de eso ¿No crees que la vida sería mejor si pudiéramos viajar en el tiempo y cambiar la historia? como Tony y Douglas del “Túnel del Tiempo” casi lo lograran para salvar al presidente Lincoln.
--No, no creo.
Borje recordaba a Platón con mucha viveza por primera en muchos años, mientras platicaba con “La Güera”, ella se transformaba en la niña que no había estado en su infancia pero que siempre quiso como compañera, la apreciaba también en su visión de adulto, sentía que su gusto por ella crecía, era como ver la mutación de una persona en un ideal.
Las amistades se debilitan cuando los amores se fortalecen, rezaba el dicho que el abuelo de Platón le dijo alguna vez mientras le platicaba la historia del romance con su abuela. Solía decir que los mejores recuerdos de su desaparecida esposa, fueron cuando compartían una gran amistad y su gusto por la fiesta taurina, desde que el amor apareció todo se complicó.
En un capítulo que “La Güera” recomendó al señor Borje, el asesino Dexter, tiene una novia, luego de un tiempo ella siente el deseo de hacer amor pero él no, en su fría reflexión supone que con el sexo se pierden muchas cosas, haciendo eco en la idea del abuelo de Platón.
Entiendo que la madurez y la infancia están distantes –decía el señor Borje a “La Güera”- pero no había entendido que en la serie “Perdidos en el espacio” estuvieran encarnados en la personalidad de Will y el Dr. Smith, sólo el tiempo me llevó a comprender que conforme uno se hace mayor la cobardía y el miedo a la aventura son una conducta exigida. Smith era la personificación del individualismo, de la codicia, del egoísmo, capaz de poner en riesgo la vida de un niño antes que la suya.
--Zacary Smith era un cobarde, era la encarnación del oportunismo y la traición-- solía decir el señor Borje en toda ocasión que fuera pertinente, la imagen de todo lo que encarna lo contrario al héroe, Will Robinson era diferente, era el ideal de Platón porque sin tener poderes, siendo apenas un niño, se aventuraba, asumía riesgos, tenía una alto sentido de la colaboración, de la solidaridad, incluso con el patán del Dr. Smith.
--Me avergüenzo de lo que ha sido de mí en todos estos años luego de convertirme en adulto, fíjese que me decían Platón y me encantaban los juegos llenos de ficción, de historias como las que veía en mis series favoritas de televisión, aunque hasta ahora han tomado un sentido distinto del que les di cuando niño ¿A usted Güera le ha pasado igual? Ella respondió que sí.
--Mi locura Güera, me ha llevado a ver en el espejo la imagen del doctor Smith, durante años no he tenido otra preocupación que la seguridad de los míos y la propia, al final lo que obtenemos es una tremenda monotonía, nos preguntarnos ¿dónde quedaron los niños que fuimos? ¿Qué pasó con los héroes que encarnamos? La Güera lo miró con ternura y le contestó que los juegos se guardan o se pierden, pero no se olvidan.
Ser la bruja Samantha se volvió su gran ilusión, todo comenzó por la fantasía de recoger el tiradero de juguetes con un movimiento de nariz. Era floja y sus papás odiaban el caos de su cuarto. Tener que recoger era una pesadilla, el castigo de Sísifo. Todo se resolvería fácil con brujería, curaría a los abuelos o sacaría buenas calificaciones sin perderse las tardes entre libretas cuando la vida verdadera estaba afuera, en la barranca con los amigos. Con el tiempo, la bruja, le pareció insulsa: ¡Tener todo ese poder para convertirse en la ama de casa perfecta, con un marido torpe y orejón! Endora tenía razón, su hija era un desperdicio. Prefirió la sensualidad de Gatúbela y su carácter independiente de felina, odiaba a Batichica y a la Mujer Maravilla, por cursis, luego quiso ser Jaime Summers para poder oír todas las conversaciones.
--Sabe señor Borje, un día me di cuenta de que lo heroico no es un comportamiento de un sexo sobre otro, una nación o época. Es la cualidad del espíritu que nos obliga a ser más de nosotros mismos, ante la pregunta de Hamlet sobre el ser, el héroe se responde: "soy" y avanza. Como los niños que se caen pero no permiten que el golpe les arruine el juego. Por eso Will sigue creyendo en el Sr. Smith, Samantha renuncia a ser Bruja para probar la limitada vida de los mortales, igual que hace el tío Martin de Mi marciano favorito. Sus héroes de Combate se baten a duelo como lo hacemos a diario usted y yo, nos reinventamos contando historias, cambiando de óptica para descubrir nuevos modos de mirar. En nada se parece a Smith. Uno de mis héroes favoritos es Guido protagonista de La vida es bella, él es capaz de jugar con su hijo para mitigarle el dolor dando muestras de una fortaleza imaginativa más poderosa que cualquier otro recurso humano.
Cuando Milena era chica les contaba a sus hermanos cuentos antes de dormir. Cada vez que la vida se ponía pesada aprendió a contarse y a contar historias, nada de mentiras, escenarios posibles a donde pasar la noche hasta que se hace de día. Ante la adversidad escapó muchas veces en el coche rosa de la pantera para no oír los gritos de su casa. Y creció, volvió a la realidad, regresó de la isla de Giligan, del Enterprize, de Cabo Cañaveral, de la dimensión desconocida y cada día se convence más de que atreverse a vivir es la aventura, se requiere valor para sentirse sexy como Gatúbela, creativa como Samantha, graciosa y torpe como Giligan, libre para jugar a ser bruja o hada, para amar como le venga en gana que al cabo es la protagonista, no hay oportunidades para reruns, el show dura tan poco y duda mucho que exista el continuará.
--En serio Daniel, me veo en el futuro. ¿Cómo te puedes ver si no eres el que quisieras ser? –interrumpió Daniel. Tienes razón, es algo difícil pero hay que intentarlo, escúchame y no me interrumpas porque entonces no ocurrirá lo que quiero, que es transformar desde el presente el futuro para que vuelva al pasado, es decir, al día de hoy, vi algo así en un programa que se llama el Dr. Who, que no me gusta, hay demasiados extraterrestres y el doctor me parece patético por viejo. Estoy enviándome un mensaje que será escuchado por mí mismo dentro de cuarenta años, más allá del año dos mil, en el siglo veintiuno. --
--¡Órale! -aclamó Daniel y preguntó--¿crees que te escucharás?
--Claro, ese es el chiste; voy a decirme con todas mis fuerzas que es posible viajar en el tiempo y que la realidad se puede alterar desde varios puntos de un tiempo que no es lineal sino tridimensional, que espero respuesta y que desde el futuro podemos transformar el pasado, tanto como desde el pasado lo hacemos del futuro; me voy a decir que necesito una amiga que me quiera de novio, voy a esperar una respuesta desde el futuro.
Platón y Daniel, estaban sentados en unas piedras en un terreno baldíos que había alrededor de sus casas, se quedaron en silencio cerrando los ojos con, fuerza y esperando que sucediera algo.
De súbito el señor Borje recordó el pasaje de la infancia cuando Milena le comentó que la serie del Dr. Who no era de sus favoritas, que le parecía aburrida por ser muy complicada; fue entonces que decidió comentarle aquel pasaje de la infancia y del mensaje –que en su interior tenía la intención de contestar, aunque no lo comentaría a “La Güera”. De inmediato Milena preguntó si la respuesta le había llegado al niño desde algún momento del futuro; a lo que le respondió que luego le platicaría con detalle pero que en efecto, algo había ocurrido.
--Sabe señor Borje, el tiempo es nuestra tragedia y salvación. No creo en volver atrás, la nostalgia es una ventana que lo deforma todo porque tendemos a darle un sentido al paisaje que sólo se observa a la distancia, se idealiza el clima y las circunstancias, se olvida lo agreste de los elementos y lo duro del camino. El futuro es una pantalla de cine que lo agranda todo, se magnifican las recompensas, se agrava el miedo. Miramos al futuro como respuesta y condena, por eso le tememos, suponemos que todo el mal y el bien nos esperan tras la cortina de la historia por contar. Mi programa favorito sobre viajes en el tiempo era el de Salto cuántico, el protagonista se había perdido en el tiempo, saltaba de una vida a otra sin encontrar la propia. La promesa es que sería redimido, el día menos pensado volvería a su propio cuerpo para protagonizar su propia historia. Su misión consistía en resolver el conflicto en turno del ser que le servía de huésped. Como redentor transita por las historias y brinca a una nueva trama cuando logra desanudar el clímax. Usted y yo nos contamos cuentos, películas y teleseries, es el pretexto para estar juntos y para embaucar al tiempo como lo hace el encantador con la serpiente. No hablamos del futuro porque tememos su grandilocuencia, nos concentramos en el humilde presente para construir como los niños una torre de pequeñas piezas que no sabemos hasta dónde llegará ¿Nos atreveremos algún día a hablar de futuro? Es como un abismo que provoca vértigo, por eso le contaré la historia de la niña que fui, la que una tarde jugando con su amigo Daniel recibió el mensaje de una sombra a la que todavía extraño...