La caja de música de mi hechicero
- Regina Freyman
- 16 jul 2011
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Regina Freyman
"Querido Cadmo, toca la siringa y el cielo volverá a ser sereno...haré de ti conjuntamente el salvador de la armonía universal y esposo de Harmonía. Y tú Eros, semilla primera y principio de las uniones fecundas, tiende tu arco y el cosmos no irá más a la deriva"
Apolodoro
Mi hechicero me sedujo, él lo niega porque prefiere decir que yo lo seduje a él. Lo hizo com mil y un artilugios pero la música fue central, apaciguo mi ira, como diría complacido, que ni es tanta pero que refiere para desestimar sus propios ánimos desordenados. En el centro de su torre mágica guarda un arcón prodigioso hecho de cristal de luna, la caja es circular, su tapa asemeja la concha de un caracol. Al abrirla la música de los planetas se desparrama, es ella la que nos ata y apacigua a los dos. La caja llegó a sus manos una tarde de verano, la encontró en un bosque de Quebec, era resguardada por una marmota, así me lo contó: "...oía la Pastoral, el canto a la naturaleza, porque el planeta es mujer, “la tierra”, vi a una hermosa marmota en el camino, era deslúmbrate su hermosura y aunque las hay de muchos colores, incluso negras, ésta era del color del sol como tú". La marmota lo descubrió enamorado y, conmovida, le regaló la caja hecha de luna.

Cuídala le suplicó, su historia está labrada de amor y guerra, es capaz de desatar al caos y aloja en su seno al cosmos por entero. Cuando Tifón quiso destruir a Zeus, con una hoz le cortó los tendones, el dios pidió auxilio a Eros y a Cadmo, rey de Tebas y creador del alfabeto--prosiguió la marmota-- Eros y Cadmo idearon un plan para apaciguar a la bestia hija del caos. Cadmo pidió la Siringe a Pan y la tocó para Tifón, el monstruo fascinado por la melodía, le prometió la mano de Atenea y le pidió que tocara en su boda con Hera, Tifón anhelaba robar a la esposa del rey de los olímpicos. El astuto Cadmo le dijo que conocía un instrumento mejor: la lira, prometió superar a Apolo si consigue unas cuerdas hechas de tendones divinos, pues es la lira, un instrumento más armonioso y cósmico que la propia flauta que es un instrumento melódico. Eros recibe los tendones divinos. Zeus para recompensar al rey, le dará a Harmonía en matrimonio. Es la música, arte cósmico lo que salva todo-- dijo finalmente la marmota y se alejó zigzagueante.
En la tapa de la caja se puede leer una historia hermética, la de una confraternidad llamada hemiciclo que alude a la misma forma de este mágico arcón. El líder de este grupo fue un tal Pitágoras, su seguidores eran llamados matemáticos, debían ser silenciosos, abstenerse de comer habas o tener relaciones sexuales. La doctrina secreta del maestro contemplaba la estructura matemática de la música y el cosmos. "El mundo fue ordenado por un demiurgo lógico, sostenía que todo se divide en tres: existencia, igualdad y desigualdad. Mezcló los tres ingredientes con los 4 elementos: tierra, aire, agua y fuego y con ello formó todo lo demás, ayudado por la música, arte de musas, para crear el orden a través de la armonía." Eso dice a la letra y en espiral, es una leyenda que se descifra a contraluz en las vueltas del caracol. Según el maestro Pitágoras hay tres clases de música: la instrumental, la humana tocada por el organismo, la mundana tocada por el cosmos. Esta última posee todos los secretos, se produce por la lira de Apolo que toca siete notas. Al fondo de la caja mágica se les puede ver flotando como cuentas resplandecientes y diminutas: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol. Corresponden cada una a los días de la semana. Al asomarse a la cajita una columna de luz recorta su centro y en torno a ella gravitan las notas planetarias, al borde de cada una de ellas se sienta una sirena que canta la nota de su planeta: la de Mercurio es una soprano, la de Marte es una chica ronca que alcanza el tono de un tenor, la saturnina y jupiteriana son bajas, la Luna y Venus tienen sirenas de tono alto, la chica del Sol está tostada y canta al contralto. Se sabe, lo dice el hechicero, que se puede viajar a las estrellas de dos modos: a través de la música o buscando la verdad a partir de contar muy bien toda mentira.
A veces pienso que mi hechicero me afinó, tomó mi cuerpo entre sus manos e hizo de cada uno de mis órganos una nota o una cuerda de lira que a veces canta cuentos todos dedicados a él, no canto aunque me gustaría y como cuento mal, no soy matemática, cuento historias que unos días me salen bien, otros remal, todo es culpa de los planetas que un día me acercan a mi hechicero y otros lo alejan de mi faz. Unos días soy melódica como la siringe, otros cósmica como la lira, soy su instrumento y sólo sueno bien cuando me posa entre sus labios o me toma entre sus manos.
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