Carta de Todo como respuesta a una Bitácora de Nada
- Regina Freyman
- 4 jul 2011
- 3 Min. de lectura
Marina vivió con Julian por un año, es estudiante de letras, él de filosofía. Un día Julián se instaló en la Nada y la ignoró. Ella lo empacó todo y se fue, incluso, sus preguntas y temas pendientes.

Algunos días después todos esos pendientes saltaron de la maleta e invadieron todos sus pensamientos como virus recurrente. Debía expulsarlos así que los ordenó y le escribió una carta para contestar la Nada de Julian con cada Todo que a Marina la ronda.
Querido Julián:
Cada día hago de todo para olvidarte, para que te diluyas entre los brazos de la nada que te asfixia. Como no puedo todavía, permíteme hablarte de todo en contra de tu de nada.
Todo o nada son dos nombres del ser. La existencia o no de Dios no cambia nada, así que no lo culpes de tu desilusión por su ausencia.
Pan, el sátiro patas de cabra que representa como Dionisio, el éxtasis, la embriaguez y la lujuria, es el hijo de todos pues los mal pensados se atreven a pensar que la paciente Penélope tejió amores discretos con todos sus pretendientes, dio a luz a la bestiecilla convertida en Satanás por los cristianos temerosos de los excesos. En toda la naturaleza se adivina el toque divino de Pan, en una flor, en cada brizna de hierba, en cada bosque o en los granos de trigo. Su nombre significa todo, el gran todo, energía primordial profunda del universo, a veces anárquico y caótico. Sin ese todo desordenado no existe nada.
La nada tiene variantes y el todo también, es más, sólo nos es dado conocer lo que anida entre sus coordenadas. Eso de que nada en el mundo es verdad, es toda una mentira, es en la intersección entre esos dos grandes monumentos: verdad y mentira, que sostienen a la "moral" que surge el arte y el amor. Espacios lúdico tan precariamente humanos que se conforman con la verosimilitud, donde se acepta la representación y se nutren las fantasías. Las figuras retóricas que alimentan la poesía son estricta mentira pero mentira que engrandece, la hipérbole de pensar que eres el universo para alguien, la metonimia de sentir que el calor de unos labios te devuelve el aliento; mentiras y no, mentiras si se les pretende absolutas, si se les demanda prueba, verdades en el instante que se sienten, en un punto de la existencia cuando un alguien puede llenar todo tu mundo, calmar tus ansias, regalarte instantes de sentido. Del mismo modo entre el Paraíso y la utopía se da la vida verdadera con sus instantes de luz, con sus pequeñas victorias, con sus grandes miserias, con su destino trágico y su andar heroico, pues a pesar de todo festejamos el instante habitado.
Entre el todo y la nada estuvimos nosotros, que fuimos un algo que desaparecerá, pero fue y eso, para mí lo fue todo. Nunca pretendí ser tu todo, pero tu afán por la nada me aniquiló como lo va haciendo con todo cuanto te rodea. Temes al caos, a las fuerzas vitales del buen Pan que se esconden en las pasiones, en el compromiso con la vida y con imponer sentido ante la nada que, como hoja en blanco te propone responderlo todo.
Será quizás que los extremos no existen y que la verdad se parece más a dosis pequeñas de mentiras, que amar, ser, existir son paradojas que suponen la nada, o prefiguran el todo, el desamor y la muerte, indisolubles, inseparables. Los opuestos no se excluyen, se requieren, danzas y se dibujan. No creo que exista una sola verdad pura, ni tampoco una mentira absoluta. La pureza, la divinidad, la perfección, todo aquello que raye en el borde, en lo hiperbólico, nos es ajeno. Somos seres medianos, mediocres, habitamos nuestra precariedad, nuestra vida limitada, nuestro presente que agoniza.
Llevamos la sombra de la muerte como una carga de esa nada, esta modernidad que nos quiere hacer creer en la belleza incuestionable, en el amor perfecto, en la felicidad absoluta, sólo redobla la carga o enmascara una tragedia ineludible, como la anciana que intenta esconder entre maquilla y operaciones quirúrgicas una juventud que se ha ido definitivamente, haciendo de todo cuanto fue bello, una parodia. Y la vida es trágica y por ello también bella, por efímera, por frágil, sin máscaras, sin utopías, es el éxtasis de un momento que ha de fenecer. Eso es todo y no más.
Crees que lo sabes todo y sin embargo te amparas con la nada, no es solo un discurso es un afán por no comprometerte y en ese enredo te alejaste de todo, no solaparé tus traiciones, ni a mí, ni a ti, ni a la vida que son rostros de ese algo que palpita más allá de toda tu nada.
Gracias por todo
Marina la que te ama a pesar de todo aunque ya no espere nada
留言