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Regina Freyman

Primavera

Llegó la primavera, Sara, te digo que llegó la primavera. Mírame...Sara, tienes una silueta primaveral. ¿Por qué miras por la ventana con tanta tristeza?”

O. Henry


Sara sabe que según el calendario llegó la primavera. La ciudad lo ignora y las flores no despiertan aún. Sara indaga sobre el nombre de la estación, quiere sol y colores, por ello invoca la palabra en el diccionario. Viene de Ver Primum (a la entrada del verano) lee en voz alta. Estación previa del verano, susurra y piensa: de seguir así, llegaremos al otoño sin rastro de luz. Uno se cansa del invierno, del abrigo y los tonos oscuros.

Sara se pone el vestido de primavera y pone a Vivaldi. No dejará que corran las cuatro estaciones, se estaciona en primavera. Como aquellos hombres de vieja tribu danza para conmover al clima. Ella quiere sol y el primer concierto la calienta con una alegre melodía interpretada por violines, el ascenso de la música representa el renacimiento de la vida.

El piano saluda suave los botones que comienzan por abrir como las ostras en el mar.

Los violines son el canto de los pájaros que esta tarde se arropan en una testaruda tarde invernal. La orquesta completa hace el murmullo de las fuentes que se agrupan a cantar.

Sara está de primavera, con su vestido de margaritas blancas sobre fondo azul y recuerda, para fortalecer la vista y el corazón, el cuadro de Boticcelli que también festeja la estación. Se pintó como regalo de bodas del primo segundo de Lorenzo el Magnífico. Cuenta la historia de Flora, que cada mayo exhala flores al respirar. Su belleza y destreza sedujo al ardiente Céfiro, dios del viento que la siguió hasta hacerla, por la fuerza, su esposa. Con el tiempo se arrepintió de su violencia y la transforma en Flora, como regalo le da un hermoso jardín donde reina eternamente la Primavera. Botticelli pinta dos momentos separados del mito que contó Ovidio: la persecución erótica de Cloris y su transformación, lo que explica que las ropas de las dos mujeres, que se ignoraran, se mueven en direcciones diferentes. Flora está parada junto a Venus que derrama rosas, las flores que representan a la diosa del amor.

También se puede pensar que el cuadro enmarca "El jardín de las Hespérides", regalo que Zeus le dio a su esposa Hera, las tres jóvenes que bailan, las Hespérides, eran las hijas del gigante Atlas, que vigilan el jardín. Pero el joven que parece cortar una manzana podría ser Paris que tiene que decidir quien es la más bella entre las tres diosas que bailan junto a él.

Más complejo es pensar que la pintura es una alegoría a las bodas de Mercurio con la Filología, las flores que inundan el paisaje son palabras que adornan el discurso, la joven del vestido florecida es la Retórica o Flora, madre de poesía quien es sobrevolada por la inspiración.

Sara piensa todo esto y su mente florece. Viaja hasta Italia y recuerda su luna de miel, la obra de Boticcelli es un mapa de su país favorito: Flora o Florentia representa la ciudad de Florencia; Mercurio Milán; Cupido (Amor) Roma; las tres Gracias Pisa, Nápoles y Génova; Cloris y Céfiro son Venecia y Bolzano. Si Florencia es Venus, el personaje de la ropa floreada es Mayo y es símbolo a Mantua.

Sara ya no tiene frío, da volteretas, se sube a una silla y dirige la orquesta. Abren intempestivamente la puerta:

--Abuelita ¿Qué haces trepada en una silla? Sara esboza una sonrisa de primavera, afuera se asoma el primer rayo de sol.

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