Los riesgos del suspenso
- Regina Freyman
- 15 sept 2010
- 4 Min. de lectura
La mejor forma de entender el suspenso es pensar en un streaptease. La seductora se desprende de a poquito de cada prenda que cubre su cuerpo, por supuesto, la prioridad determina dejar al último aquello que cubre las zonas genitales. La música acompaña, el cuerpo acompasa e invita pero ¿qué pasa si el suspenso se prolonga? Supongo que se pierde la mística. El ojo crítico y el apetito pospuesto comienza por hacer estragos y encuentran displacer, ira y, finalmente, aburrimiento.
Podemos pensar que la incertidumbre prepara el ánimo como si de un buen horno se tratara y el piropo constante sube la flama indicando el termómetro de las emociones. Piropo y pira dos formas de fuego, el primero es sutil y lento, el segundo devastador y trágico. Las miradas curiosas intentan anticipar mediante la reserva de imágenes almacenadas, los tesoros que se esconden, pero una prolongación desmedida del suspenso genera ansiedad y tedio.
La chica deja asomar apenas, la aureola parda de uno de sus senos, o la frontera que se hunde entre la pierna y el pubis. Se revela entonces la Epifanía, suerte de gracia que el espectador experimenta como consumación de un milagro prometido que no defrauda. En ese tono álgido la chica decide sorprender aún más y revela de súbito los dos pechos.
El final sorpresivo se logra cuando el mirón, absorto en los dos pechos que bailan generosos, se sorprende ante la chica que se descubre el pubis y la mirada baja en éxtasis en un desenlace soberbio que el acechador agradece con un quejido, un grito o un suspiro; todos ellos tributos probables de un anhelo contenido.

Se distinguen, entre las tácticas de aplazamiento, tres: suspenso (cuando el espectador conoce el secreto pero el personaje no; pensemos en un impotente que sabe de antemano que su voluntad es inamovible y la pobre chica intenta encender un fuego donde no existe ni posibilidad de leño). Misterio (el espectador no conoce el secreto pero sabe que lo hay) la chica cubre su rostro y descubre el cuerpo, el enigma de su identidad alimenta el pavor de que pueda resultar su propia mujer. ¡Espanto! Y sorpresa (cuando el observador no sabe que hay un secreto hasta que súbitamente es revelado) la chica enigmática presenta una anatomía intrigante, se obstina en no descubrir su sexo y, al hacerlo, resulta machín.
Ahora bien, si todo streaptease suele utilizar estas estrategias, las diferencias entre un streaptease y otro, consisten en la manera de dosificar las formas de manejar el tiempo. Las tácticas son las siguientes: bloqueo, consiste en hacer creer al auditorio que el pudor impedirá que la chica muestre sus partes nobles; engaño, desvío deliberado de la verdad, especie de sí pero no, te enseño rapidito y a que no ves nada, me acerco y te dejo tocar pero nel, eso se cobra aparte; equívoco, mezcla de verdad y engaño, te dejo ver un pedacito, uy me acerqué y me rozaste, ahora toca ¡Ah verdad! Insisto, eso se cobra aparte. Y la presentación diferida de las respuestas, detención afásica de la revelación, el clásico ¡ya mérito, que me lo quito, que me lo quito y te dejo loquito!
Otras mañas de dilación temporal son: la pausa, la chica se retuerce en éxtasis como en un baile tántrico y la acción no prosigue, la ropa sigue en su sitio. La elipsis, consiste en un desnudo súbito que presupone que muchas piezas se fueron de golpe y el concurrente tendrá que imaginar los pasos omitidos; la chica con una sola mano arranca de tajo un overol que la cubría por completo. La prolepsis o flash back, gravita en revestir la parte desnuda en un afán de retardar la progresión. La analepsis o flashforward radica en eliminar una prenda que revela, anticipadamente, el monte de Venus, inhabilitando, la sorpresa, el misterio.
Misterio que viene del latín mysterium y a su vez del griego mystérion que significa secreto, algo que debe permanecer oculto. Pero también puede ser tomado por “místico”, del griego mystikós que es un adjetivo de mýstes o iniciado y se relaciona con la iniciación, aunque sabemos que esto es un simulacro porque la chica ha sido iniciada tantas veces que por ello se considera una profesional.
El misterio es de lo que no se debe hablar, aquéllo que está prohibido hacer conocer, por ello no se moleste usted amiga o amigo si su pareja (todo este ritual puede ser aplicado al que llamaremos el “chico”), no le comenta que presenció dicho espectáculo que para el caso es siempre un deleite personal inconfesable e irrepetible. Una segunda acepción, designa lo que se recibe en silencio, eso sobre lo cual no se debe discutir, porque son verdades que por su naturaleza, están por encima de toda discusión.
Mysterion provenía de mystes ‘iniciado en ritos secretos’, con origen en myein, un verbo que significaba ‘cerrar la boca o los ojos’, lo que no es muy recomendable porque se priva uno de disfrutar, con los sentidos bien puestos, del espectáculo. De dicho vocablo derivó también mystikós, la palabra griega que da origen a nuestra mística y que el sabio experto Enrique Iglesias anuncia y promete como resultado de la develación del suspenso que, en manos expertas, podrá convertirse en una experiencia religiosa.
El mal uso de las técnicas expresadas o la aniquilación de la promesa sobre la experiencia religiosa, acusa la novatez, un excesivo uso del suspenso aniquila la sorpresa, muere la expectativa y puede provocar la ira de quien, voluntaria y gratamente, ha prestado su tiempo, su avidez y sus ilusiones.
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