En el universo que arropa almas de morfología y sustancia inimaginables, existió un mundo que se quejaba de la depredación, de la falta de lectura, de la poca convivencia y de la escasez de agua.
Sus habitantes transitaron por una época pasiva gobernada por los medios de comunicación, la insensibilidad y la nula vocación.
Las noches en Shnibliplasma solían ser blancas y cegadoras, no había turno a la sombra y el color negro era, hasta hace muy poco, un mito que trajo un viajero. El mineral que recubre la superficie, es una especie de mercurio dorado fluorescente que se solidifica en las mañanas y se vuelve líquido al atardecer.
Debe usted imaginar que el calor es intenso, sin tregua. Los shnibliplasmeños se recluyen en sus refugios a contemplar imágenes, hablan muy poco y hace mucho que olvidaron rezar.
Las altas temperaturas causan estragos en los niños, pocos alcanzan los 24 cuadrilunios pero la tostada piel púrpura del sobreviviente concede larga vida.
Los científicos alterados ante la desilusión, se conjuraron una tarde –Podemos —dijeron victoriosos a los medios—amainar el calor. Invitaron por la radio y por la red a brincar por el mundo a una hora y fecha del cudrilumnio almilambar [1].
Shnibliplasma se encuentra atrapado como el jamón en un sándwich entre sus dos lunas lumbares y, según los hombres de ciencia los brincos de sus habitantes lograrían alejar su apretada órbita ubicándolos, un poco, a la sombra.
Como todo llega aunque se tarde, los pobladores descreídos decidieron ayudar. …3…4…8 [2] comenzaron a saltar. Quince impulsos y en cuclillas, esa era la prescripción. Al primer brinco, los cuerpos gravitantes despertaron la brisa dormida. Su cuerpo conmovido por el sutil viento que refrescó su espíritu los motivó a seguir rebotando. Eufóricos y contagiados por la pasión colectiva perdieron la cuenta, reían como niños, hacia arriba y otra vez —Ahora como ranas –gritaron algunos---Como rutimplaz [3] --irrumpieron después.
Los astrónomos de Houston dicen que por los telescopios se puede ver una estrella danzarina navegando en la oscuridad, sus dos lunas de fuego la añoran a distancia, pero los Shniblaplasmeños cautivados por la noche no paran de botar. Piensan ahora, los nocturnos habitantes seducidos por la fresca oscuridad, que mientras el corazón aguante no van a dejar de saltar.
[1] El tiempo en este lugar se mide por cuadrilumnios almilambares en el otoño, es decir cada cuatro lunas doradas
[2] Ellos cuentan hasta 8 en vez de tres como en la Tierra. Desde luego sus grafías y sistema octagonal son muy particulares e interesantes pero eso es motivo de otro texto.
[3] Es una especie acuática en extinción cuya característica es la de poder saltar hasta las nubes y cambiar de color con cada impulso hasta recorrer todos los colores del espectro.